«Lo más horroroso para un creador es el silencio»

El poeta y pintor Ángel Leiva hace memoria de una fecunda trayectoria de medio siglo como creador

07 jul 2016 / 20:08 h - Actualizado: 08 jul 2016 / 11:15 h.
"Literatura","Artes plásticas"
  • El escritor y artista Ángel Leiva, en una imagen de archivo. / El Correo
    El escritor y artista Ángel Leiva, en una imagen de archivo. / El Correo

Si hubiera que señalar una característica de Ángel Leiva (Simoca, 1941) ésa es la inquietud, la curiosidad militante, contra viento y marea. Recientemente clausuró una exposición de pintura en la Casa de la Provincia, y al mismo tiempo ha lanzado un libro de poesía, La Tierra habla/ La Pintura de los Sonidos de la Lengua, para conmemorar sus 50 años de creador capaz de compaginar la plástica y la literatura. A punto de viajar a su Argentina natal, conversó con El Correo acerca de su fecunda trayectoria vital y artística.

Los recuerdos se amontonan y pugnan en su memoria: «Yo ya pintaba desde el 70, pero en secreto, se me conocía más por mis libros. Desde muy joven empecé a publicar en Losada», dice recordando títulos tan celebrados como El pasajero de la locura y Los cuerpos gloriosos. Pero a mediados de los años 70 las cosas se pusieron muy violentas en Argentina y emprendí, por suerte, el camino del destierro».

Aunque estudió en la Facultad de Periodismo en la Universidad Popular y de Historia del Arte en la de Buenos Aires, y llegó a ocupar el cargo de Primer Secretario de la Sociedad Argentina de Escritores –entre 1971 y 1973–, Ángel Leiva puso proa a España, pero sería en Estados Unidos donde lograría doctorarse en Literatura y lenguas romances. «Cuando llegué a Nueva York para hacer el doctorado en Syracuse», prosigue Leiva. «Allí me encontré con el maestro Allen Ginsberg [el poeta de la Beat Generation], pero seguí con mi línea, que era y es whitmaniana», señala.

Evoca su paso por varias universidades (NYU, Chicago...) donde ahondó en sus búsquedas estéticas. «Hay quien me vincula a Pollock y otros maestros del expresionismo. No tenía demasiada conciencia de lo que hacía, la adquirí cuando llegué de vuelta a España hace 30 años. Vine a Sevilla a recuperar mis raíces idiomáticas».

En todo caso, y sin perjuicio de que el público vea en su producción la huella más o menos marcada de algunos referentes fundamentales, Leiva cree que «la pintura no es como la escritura, que lees a alguien que te gusta y te inspira. Sea como fuere, mi gran genio de la pintura ha sido siempre Picasso», reconoce el artista.

Ahora, desde la atalaya de sus 75 años, celebra los años de fantasía y creatividad, pero se lamenta de la suerte que ha corrido, de la escasa justicia con que el mundo de la cultura ha valorado sus esfuerzos. «Pese a tener más de 20 libros publicados en estos casi 30 años de vida española, jamás me han tratado bien con una mínima crítica, ni siquiera para decir si son malos o buenos. Lo más horroroso para un creador es el silencio», asevera.

Y agrega a renglón seguido: «No tengo detrás una editorial de nombre que me publique. Cuando mis escritos han visto la luz, casi siempre ha sido porque un amigo se interesa». Gracias a ello o a otros factores, su obra fue traducida y publicada en los Estados Unidos en The Chariton Review, The Hampden Sydney, Thunder Mountain Review, San Marcos Review, Gumbo, Point of Contact y Syracuse Scholar of New York.

La sensación de injusticia se acrecienta para Leiva cuando recuerda que «yo inauguré aquí, en Sevilla, los talleres de creación literaria, y con ellos monté mi propia editorial, todo a pulmón. Fui de los primeros desahuciados, hipotequé mi piso para poder seguir editando».

Editando y escribiendo, y pintando, sin descanso. «Tengo más de 400 cuadros pintados. Entraba en el estudio a una hora y amanecía pintando, como Pollock. Lo que otros llaman action-painting, yo lo llamo poesía en acción. Eso me encantaba, entrar en el taller sin saber qué voy a hacer, y despertarme a veces como Maiakovski, enfrentado a la realidad llorando».

«Para mí no existe el arte sin la pasión. Cuando ves una obra y no hay sentimiento... Pese a tener momentos lúdicos, yo siempre expreso un dolor. Esos son mis orígenes, ser un desterrado desde niño, haber nacido en el campo de Tucumán», enumera el artista.

Aunque ha participado en numerosos congresos y encuentros dedicados a la Literatura del exilio o a los grandes escritores españoles y latinoamericanos del siglo XX, en Argentina, Bolivia, México, Perú, Venezuela, Puerto Rico, Hungría, España o Estados Unidos, y su obra ha sido glosada por nombres tan reconocidos como José Luis Cano, Ernesto Sabato, José Olivio Jiménez, Marcos-Ricardo Barnatán, José María Bermejo, Javier Villán, Pedro Provencio, Rafael de Cózar, Paul Archambault o Pedro Cuperman, entre otros muchos, Leiva sigue siendo un autor por descubrir.

«Concha Pedrosa me dijo: en tu pintura está la Historia del Arte. Pero yo no busco, encuentro. Jamás me podría plantear una imitación», apostilla el artista.