Flamenco

Mayte Martín y el poder cautivador del cante

Mayte Martín completó el aforo del Teatro Central, ya sin restricciones, con ‘Memento’ un recital que se adentra en su memoria para rendir culto a las grandes figuras del cante.

02 oct 2021 / 08:10 h - Actualizado: 02 oct 2021 / 11:36 h.
"Flamenco"
  • La cantaora Mayte Martín. / Daniel Pérez
    La cantaora Mayte Martín. / Daniel Pérez

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Dentro del ciclo ‘Flamenco viene del Sur’, Mayte Martín nos ofreció el pasado jueves en el escenario del Teatro Central su último trabajo, ‘Memento’, un viaje al pasado con el que se propone rendir culto a las grandes figuras que portan la esencia del cante. Y para ello no necesita más que su voz y dos guitarristas. Claro que tanto a ella como a sus acompañantes les sobra conocimiento y talento, y el público sevillano lo sabe.

Da gusto, ahora que por fin se acabaron las restricciones, ver un teatro con el aforo a reventar para ver un recital de cante de flamenco clásico. Porque esa es la categoría que han alcanzado figuras como Caracol, Marchena, Juanito Valderrama o las dos “niñas”: La Niña de los Peines y la Niña de la Puebla. Mayte los homenajea siendo fiel a sus cantes, aunque no por ello deje de imprimir esa forma suya de cantar, entre preciosista y profunda, que se recrea en la emoción abstracta de la música.

Apareció en el escenario -vistiendo su habitual traje de pantalón negro- tras sus guitarristas, Alejandro Hurtado y José Tomás, y nos saludó cantando ‘Los Campanilleros’, uno de los temas más populares de La Niña de la Puebla que ella colmó de melismas y recogimiento. Siguió recordando a otro grande quien, aun sin ser una figura flamenca, forma parte del universo flamenco: Federico García Lorca. De su obra eligió ‘Tres Morillas me enamora en Jaén’, un villacinco popular medieval que el insigne poeta granadino versionó y grabó al piano con La Argentinita, y ‘Los Cuatros Muleros’.

Al término de ese tema la cantaora paró el recital. Uno de los monitores tenía un ruido incómodo y ella no estaba dispuesta a dejar que nada desmereciera el recital. Mientras el técnico solucionaba el problema ella, con auténtico dominio escénico, dio rienda suelta a su sentido del humor provocando más de una carcajada del respetable. Una vez arreglado el fallo se adentró de lleno en la herencia clásica del cante por granainas, tientos tangos, soleares, seguiriyas y fandangos, junto al guitarrista alicantino Alejandro Hurtado, quien le brindó un toque limpio y melodioso, y en todo momento al servicio de su cante. José Tomás se había retirado tras las tres primeras canciones pero apareció de nuevo en el escenario para acompañar, junto a Alejandro, unas alegrías con las que Mayte levantó los ánimos del público, que se rindió del todo con la milonga de Marchena y la guajira de Valderrama, dos joyas que rayaron la catarsis.

Solo con eso ya podríamos habernos dado por satisfechos, pero queríamos más. El público en pie no paraba de aplaudir a compás de sevillanas y la cantaora se propuso sorprenderle. Primero con una canción de Atahualpa Yupanqui, un cantautor al que ella admira y que le ha influido de la misma manera que los maestros flamencos, y luego con una de sus creaciones más aclamadas, S.O.S, un canto al amor y a la igualdad de género que puso lágrimas en nuestros ojos y casi nos dejó sin habla.