La Gazapera

Mayte Martín y su querencia por la libertad

Con motivo de los veinte años de su emblemática obra ‘Querencia’, la cantaora catalana ha creado un espectáculo, 20 años de Querencia, que lo presenta este sábado en el Teatro de la Maestranza

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
24 ene 2020 / 08:26 h - Actualizado: 24 ene 2020 / 08:35 h.
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  • Mayte Martín. / EFE
    Mayte Martín. / EFE

Mayte Martín era ya una cantaora hecha, con más de una década de carrera artística, y quería agarrarse de nuevo al cante más tradicional con un cedé, de lo mejor de su obra, tras haber grabado un disco de boleros con Tete Montoliú. Me refiero a Querencia, que salió al mercado en el 2000. Con motivo de los veinte años de esta emblemática obra, la cantaora catalana ha creado un espectáculo, 20 años de Querencia, que lo va a presentar este sábado en el Teatro de la Maestranza

Su primer disco, Muy frágil (1994), la colocó pronto en la cima del cante clásico y en algunos palos ya apuntaba maneras para hacer otras cosas dentro de la música. Ahí están Tiempo de amar (2002), De fuego y agua (2008), Cosas de dos (2012) o Tiempo Rubato, de 2017. Poco a poco se fue despegando del cante tradicional para dar rienda suelta a esa querencia por la libertad de la que hace gala. Tuve el privilegio de presentar Muy frágil en el Festival Internacional del Cante de las Minas, luego hace años que la sigo.

¿Qué tal cantaora es Mayte Martín? Sin la menor duda, la mejor de las dos últimas décadas. Una voz única capaz de brillar a la misma altura en casi todos los palos que interpreta, algo reservado solo a las grandes cantaoras. No es por compararla, pero en esto recuerda a la Niña de los Peines, una de sus grandes referencias en el cante. Son distintas, pero hay algo que las enlaza, el sello, la personalidad y la querencia por la libertad. Dos grandes mujeres de la historia del cante jondo.

Cuando en 1987 ganó la Lámpara Minera en el Festival de La Unión, que fue donde la descubrí, supe enseguida que sería grande porque era una voz nueva, fresca, y una cabeza de cantaora poco común. Afinaba como Dios y llevaba la voz a un nivel increíble sin descomponer nunca la melodía de los cantes. Vocalizaba como nadie en esa época y se mostraba en el escenario con una naturalidad pasmosa. Recuerdo que esa noche, en el Antiguo Mercado, dije por lo bajini: “Es una lengua húmeda que te recorre el espinazo”.

Confieso que me he apartado de ella tanto como ella lo ha hecho del cante tradicional. Entiendo sus inquietudes, pero creo que en su obra discográfica faltan piezas de flamenco y para una vez que sale una voz y una cabeza como las suyas, es una pena que quiera realizarse en géneros donde no es la mejor. Lo es en el cante y eso debería bastarle, como le bastó a la Niña de los Peines, quien solía comentar en privado que no cantaba canción española por no mandar a servir a las estrellas del género. “Yo soy cantaora”, decía con orgullo.

Escuchar hoy a esta cantaora en el Maestranza, a Mayte Martín, es un privilegio porque ya apenas las hay de su talento. Así que no pierdan la oportunidad de sentir el torniscón de su rajo en la piel.