La “autoficción” se define como una suerte de género literario que gira en torno a la realidad del autor y la ficción, dos conceptos en principio opuestos que se alían para cruzar la biografía del autor con un relato ficticio. El resultado es una suerte de psicoanálisis teatral que no es ni verdad ni mentira, sino todo lo contrario. Esta obra es un claro ejemplo.
La dramaturgia gira en torno a una de las experiencias más traumáticas de David Montero: su divorcio con la que fuera su pareja en la vida y en el escenario, la bailaora Belén Maya. De ahí el título, que no solo alude al final del matrimonio, sino también al cierre de la herida y a la necesidad de reconciliación. Y además esta obra, junto con ‘Si yo fuera madre’ y ‘Turismointerior’, supone también el final de una trilogía de autoficción, fruto de la colaboración de Montero con La Suite.
En esta ocasión, Montero se decanta por un lenguaje a caballo entre la danza y el teatro- no en vano Belén Maya es una de las figuras más señeras del baile flamenco contemporáneo- y al igual que en las otras dos, lo primero que llama la atención es su tratamiento cómico.
Y no es que David y Belén eviten hablar del daño que llegaron a infligirse el uno al otro durante su proceso de separación. En un momento de la obra reproducen sus broncas y reproches y recuerdan algunas frases cargadas de odio y desprecio que nos encogen el estómago, más que nada porque despiertan el mecanismo de la identificación. Sin embargo, la puesta en escena huye de su dramatismo y las impregna de frialdad para, acto seguido, hacer que David y Belén, vuelvan al relato ficticio, al “simulacro”. Y es que, desde el principio, con la excusa de contarnos la génesis y el proceso de creación de la obra, David y Belén se ríen, no ya de ellos mismos, sino de sus personajes.
En ese sentido cabe destacar el elevado grado de dramatismo que imprime Belén Maya a sus bailes, lo que contrasta con la vis cómica que vuelca en los textos, que ella defiende con atrevimiento y deliciosa frescura.
Merece resaltar también la fluidez del ritmo y el dominio y la versatilidad interpretativa de David Montero, que pasa del humor al drama sin solución de continuidad. Lástima que la composición musical de La Novia Pagana no acabe de brillar como era de esperar.
Obra: Ex. El final del simulacro
Lugar: Teatro Central, 1 de abril
Producción: Violeta Hernández y David Linde / Lasuite
Dramaturgía y dirección: David Montero
Coreografía: Belén Maya
Acompañamiento creación y dirección: Violeta Hernández
Composición musical: Elena Córdoba (Novia Pagana)
Iluminación: María Viñuela
Espacio escénico: Lugadero
Intérpretes: Belén Maya y David Montero
Calificación: ****