«Paco de Lucía no tuvo infancia»

Reeditadas las primeras grabaciones del genial guitarrista con su hermano Pepe

14 may 2016 / 21:29 h - Actualizado: 14 may 2016 / 22:53 h.
"Flamenco","Paco de Lucía"
  • El cantaor Pepe de Lucía, la pasada semana en un hotel sevillano. / Pepo Herrera
    El cantaor Pepe de Lucía, la pasada semana en un hotel sevillano. / Pepo Herrera
  • Paco y Pepe de Lucía, en la cubierta de uno de sus discos. / El Correo
    Paco y Pepe de Lucía, en la cubierta de uno de sus discos. / El Correo

Corrían los tiempos de los niños prodigio de la canción, de los Joselito y Marisol, cuando allá abajo, en el sur del sur, a orillas del Estrecho de Gibraltar, surgieron aquellos dos chavales prodigiosos. Pepe, cantaor, y su hermano Paco, guitarrista, aunque fueron bautizados artísticamente como los Chiquitos de Algeciras. Ahora, una Antología reúne, convenientemente remezcladas y remasterizadas, sus primeras grabaciones desde 1962, la semilla fundacional de lo que sería, andando el tiempo, la mayor leyenda de la Historia flamenca.

«La idea fue de José Manuel Gamboa, y le felicito por ella, aunque mi hermano ya no lo pueda escuchar», comenta Pepe. «Ahora me lo pongo y digo, ¿pero yo cantaba así? Parezco un viejo».

En efecto, sorprende el amplísimo repertorio de los infantes –bulerías, romances, tanguillos, fandangos, alegrías, soleares, tarantos, seguiriyas, cantes fragüeros y un largo etcétera–, que bajo la estricta disciplina de su padre, Francisco Sánchez Pecino, se convirtieron en precoces enciclopedias del flamenco.

«Después de los estudios tan exhaustivos que nos hacía, yo solo pensaba en irme a la calle a jugar», recuerda Pepe. «Nos llevábamos un año y nueve meses, pero convivencia con Paco casi no tuve entonces, porque él siempre estaba estudiando. Yo le daba la lata para que saliera conmigo, y él que no, papá no me deja, decía. Él sí que era un viejo, siempre tuvo súper claro lo que quería».

Pepe lo recuerda siempre con el mismo respeto reverencial hacia el flamenco y hacia su instrumento, perpetuamente arrimado a un magnetofón de caoba, de La Voz de su Amo. «Paco de Lucía no tuvo infancia», asevera su hermano. «Lo suyo fue solo estudiar, estudiar y estudiar, salvo en las ferias de Algeciras y cuatro o cinco escapadillas contadas».

Pepe siempre fue más rebelde y callejero. «Me metía en el campo horas y horas, para cantar. Mi madre me preguntaba, pero niño, ¿dónde has estado? Me iba allí porque me daba vergüenza estar siempre dando bocinazos en casa», agrega.

«Cuando llegaba a casa un artista de prestigio», prosigue Pepe, «mi padre nos levantaba de la cama, a la hora que fuera, para cantar y tocar. Lo hicimos para Ramón de Cádiz, Chaqueta, Enrique Montoya, Valderrama... Y Ricardo, que estuvo tres días en casa, contando anécdotas geniales».

El cantaor también evoca que cierto director de cine, al socaire de la moda de los niños cantores, quiso ficharlos para que protagonizaran una de aquellas producciones. «Mi padre se negó en redondo. Mis niños no hacen eso, dijo. Era un hombre muy respetuoso, no consideraba correcto ni que yo cantara Campanera. A mí me hacía mucha ilusión salir en una película, y más cuando supe que había un perro que iba a aparecer con nosotros. Pero ya ves, no hubo nada que hacer».

Lo que también recuerda Pepe es que el talento de Paco ya era un volcán en inminente erupción. «Imagina lo que era tenerlo al lado. Una revolución. Se le veían las maneras, con siete años ya hacía todas las cosas de Ricardo, tan bien qué él mismo llegó a comentar: el niño ese nos va a mandar a todos los albañiles».

Más tarde, cuando Pepe fue requerido para una gira con el bailaor José Greco, los hermanos se separaron provisionalmente, hasta que el cantaor logró convencer a sus jefes de que valía la pena llevar a Paco a América. Allí empezó el despegue mundial. Pero el fin de los Chiquitos llegó cuando la familia Sánchez adoptó a Camarón como uno más del clan.

«Entró en mi casa de competencia, y claro, me quedé atrapado entre esas dos murallas», explica Pepe con humildad y admiración. «Me coloqué entonces en un tablao, Las Brujas, donde aprendí lo que no está escrito junto a gente como terremoto, Paquera o Merche Esmeralda, y entre otras cosas conocí a una mujer que me dio dos hijos maravillosos».

Tras el ocaso de Camarón, Paco y Pepe volvieron a encontrarse en el famoso Sexteto. La Antología que ve la luz ahora incorpora Chalaura (1988), la famosa canción del Buana Buana King Kong «que hicimos solo para pasarlo bien. Los gitanos me decían no cantéis más el Juana Juana y Paco respondía: ahora vamos a hacerlo dos veces».