Historia

Tres siglos del rey más efímero de nuestra Historia: Luis I, el Bien Amado

Tal día como hoy, de hace 300 años, ascendió al trono, con solo 16 años, un monarca que pasó como un relámpago de solo siete meses por aquellos primeros compases de los Borbones en España

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
15 ene 2024 / 17:25 h - Actualizado: 15 ene 2024 / 17:27 h.
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  • Luis I.
    Luis I.

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La actual dinastía española, la de los Borbones, aterrizó en nuestro país cuando llegó desde Francia el ilustrado siglo XVIII, con un Felipe V (apodado El Animoso) destinado a gobernar España durante más tiempo que nadie: casi 46 años. Efectivamente, fue rey entre 1700 y 1746. Sin embargo, y paradójicamente, a mitad de su reinado –en 1724- aquel primer Borbón decidió abdicar en su hijo, Luis I, aunque a diferencia de lo que ha pasado con este penúltimo Borbón (Juan Carlos I) de nuestra época, Felipe V tuvo que volver a tomar las riendas del país por la muerte de su hijo. Fue un visto y no visto que apenas si duró siete meses. A Luis I de España lo apodaron “El Bien Amado” y “El Liberal”, pero bien pudieran haberlo llamado “El Breve”...

Su reinado duró exactamente 229 días. Había nacido en Madrid en 1707, y sus padres, el propio Felipe V y María Luisa de Saboya, le pusieron a su primer hijo Luis porque lo hizo precisamente el día en que se celebraba la festividad de su antepasado santo, Luis IX de Francia (1214-1270). En la brevedad de sus 17 años exactos de vida todo fue rápido, claro. No había cumplido los dos años cuando fue jurado como Príncipe de Asturias. Con 15 años se casó con la princesa francesa Luisa Isabel de Orleáns, que solo tenía 12. Aquel matrimonio no solo fue desgraciado para ambos, especialmente para ella, que sufría un extravagante trastorno de la personalidad que la hacía desnudarse delante de cualquiera, limpiar los cristales con su propia ropa o dejar de comer en público para luego atiborrarse a solas... El propio rey le pidió a su padre que encerraran a su mujer porque “su desarreglo va a en aumento”. No fue necesario, sino que la pobre reina –también tan breve- volvió a su casa, a Francia, en cuanto Luis I murió de viruela. Fue, no obstante, su propia esposa quien lo cuidó permanentemente, exponiéndose al contagio... Evidentemente, no tuvieron ocasión ni tiempo de dejar descendencia.

El caso es que el rey padre, Felipe V, que ya se había casado con su nueva mujer, Isabel de Farnesio, tuvo que volver al trono no solo oficiosa sino también oficialmente. Al fin y al cabo, todo el mundo sabía entonces que no se gobernaba desde la corte madrileña de su hijo, sino desde el Real Sitio de La Granja en San Ildefonso (Segovia), desde donde el rey más duradero de nuestra historia seguía moviendo los hilos de un imperio que tampoco sabía aún que ya estaba en decadencia.