Son y están

«El conocimiento y la filosofía han sido sustituidos por los charlatanes»

David Pastor Vico. Filósofo, divulgador y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es uno de los escritores que en España y Latinoamérica mejor activa la facultad de pensar, y en su segunda vida en Sevilla, tras superar un melanoma, se siente doblemente feliz compartiendo su último libro, ‘Etica para desconfiados, filosofía esencial para sobrevivir a este mundo hostil’

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
31 may 2023 / 06:36 h - Actualizado: 31 may 2023 / 06:40 h.
"Son y están","Entrevista"
  • David Pastor Vico, sevillano nacido en Bélgica, donde había emigrado su familia, destaca por su capacidad divulgadora de la filosofía, y tiene muchos seguidores en Latinoamérica, donde está vinculado a la Universidad Nacional Autónoma de México, la más importante del mundo en español.
    David Pastor Vico, sevillano nacido en Bélgica, donde había emigrado su familia, destaca por su capacidad divulgadora de la filosofía, y tiene muchos seguidores en Latinoamérica, donde está vinculado a la Universidad Nacional Autónoma de México, la más importante del mundo en español.

“Escribí este libro robándole horas de sueño a las madrugadas durante la pandemia, y con dos mellizas recién nacidas”. Desde su casa de Utrera, donde reside actualmente, David Pastor Vico rememora las vicisitudes recientes mientras conversamos sobre su intensa vida y sobre su último libro, 'Etica para desconfiados, filosofía esencial para sobrevivir a este mundo hostil'. Desde hace más de 15 años ha destacado por su capacidad para estimular el librepensamiento y la reflexión lúcida entre personas de todas las edades, sobre todo jóvenes, y para resituar la filosofía en las ágoras de sociabilidad actual, llámense programas de televisión, emisoras de radio, conferencias en auditorios, videos en internet, o libros de cabecera.

La mejor de las anécdotas que cuenta sobre su devenir actual es la que dio pie a su retorno a Sevilla. “En Ciudad de México, donde llevaba 10 años residiendo, y me descubrieron que tenía un melanoma muy preocupante, tras la operación mi oncólogo me recomendó que el tratamiento para mi tipo de cáncer lo hiciera en España, concretamente en Sevilla, donde está uno de los mejores expertos del mundo en dermatología oncológica, con especialización en ganglios linfáticos e inmunoterapia: el doctor David Moreno Ramírez, en el Hospital Virgen Macarena. Cuando me lo dijo, ¡no sabía que yo soy de Sevilla, y que me he criado de niño al lado de ese hospital, y después he residido cinco años con mi esposa en la Avenida Doctor Fedriani, justo al lado! Y acertó: David Moreno Ramírez es un fuera de serie”.

¿Cuáles son sus coordenadas biográficas?

Nací en la ciudad belga de Namur hace 46 años. Mi padre es sevillano y mi madre es jiennense, habían emigrado por necesidades económicas. Mi abuelo trabajaba en Sevilla en la fábrica de Loscertales y cuando cerró tuvo que llevarse la familia a Bélgica. Mis padres se conocieron en la Casa de Andalucía. Regresaron a Sevilla cuando yo tenía seis años de edad. Me he criado en el barrio de San Diego. Mi esposa es mexicana, nació en Ciudad Juárez, una de las ciudades más conflictivas del mundo. Adquirió también la nacionalidad española cuando empezamos en Sevilla nuestra vida en común. Tenemos dos hijas, mellizas, nacidas poco antes de la pandemia covid.

¿Fue de niño buen estudiante?.

No, fui mal estudiante. Estudié en tres colegios públicos, empecé la EGB en La Bachillera, después en San Diego estuve en el Colegio Hermanos Machado, y se hizo una escisión para crear otro centro escolar y pasé al nuevo, el Colegio Juan de Mairena. Continué en el Instituto Pino Montano, de ahí pasé al IES Azahar, en la barriada de Los Príncipes, y como era un pésimo estudiante fui a hacer COU al IES San Isidoro. Ahí conocí a la familia Padilla, libreros, editores e impresores, personas maravillosas, como Manolo y José Manuel Padilla, y con ellos publiqué mi primer libro de poesía, titulado 'Poesía de destrucción'. Y después hice la carrera de Filosofía en la Universidad de Sevilla.

¿Qué le impulsó a zambullirse en el ámbito del pensamiento y la palabra?

De chaval quería hacer de todo (ingeniero, historiador,...) y aprender de todo, pero siempre tuve claro que quería dedicarme a escribir. Me encaminé a la carrera de Filosofía porque cuando tenía 17 años de edad conocí al padre de un amigo y era bibliotecario de la Universidad de Sevilla. Conecté muy bien con él, me sorprendió que podía hablar con él de todo y con facilidad. Y como él había estudiado la carrera de Filosofía, yo decidí emularlo y estudiar eso.

¿Y cómo en esos años se conformó su forma de pensar?

Más por mis vivencias con los amigos. Mi personalidad la han ido definiendo los demás, yo me he dejado llevar. Sí me influyó mucho y bien un profesor de esa facultad, Manuel Pavón Rodríguez, ya fallecido. Tenía un gran carisma, se movía en silla de ruedas porque de niño había sufrido poliomelitis. Su esposa, Isabel Ramírez Luque, también era profesora en esa facultad, eran una pareja extraordinaria. Y él vio en mí capacidades que yo no percibía. Un día me dijo: “No quiero que te esfuerces en venir a mis clases. Quiero que te esfuerces en hacer estas cosas que te he escrito en esta lista: Que escribas en un periódico rural. Que hagas radio en una emisora local, a ser posible agraria. Y que después hagas divulgación filosófica, y un programa de humor...”. Leí el papel y me pareció un absoluto disparate. Pues se han cumplido todos los puntos. Acertó.

¿Qué lecturas eran emblemáticas entonces para usted?

Sufrí muchos desencantos en la facultad cuando fui descubriendo que muchos filósofos importantes a lo largo de la Historia habían sido personas mediocres. En cambio, mi gran filón lector era la ciencia ficción, soy un entusiasta lector de la ciencia ficción: Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick, Tolkien, y otros grandes. Ellos me han puesto los pies en la tierra, porque sus análisis de la condición humana son espléndidos. Los valoro más que a muchos filósofos.

¿Cuál fue su primer empleo remunerado?

Remunerado legalmente, el primero fue la logística de obras de arte, con la empresa Amado Miguel. Por mis manos han pasado la mayoría de los cuadros del Museo de Bellas Artes de Sevilla cuando hubo que trasladarlos y embalarlos. Tuve antes otros trabajos donde se pagaba sin contrato. Con dos metros de altura, 140 kilos de peso y horas de gimnasio a mis 20 años de edad, fui muchas veces portero de discoteca.

¿Cómo derivó su vida hacia México?

Desde que organicé en la Universidad de Sevilla un congreso de filósofos jóvenes. Acudieron varios mexicanos, les gustó el nivel, y a partir de ahí recibí invitaciones para ir a México a impartir conferencias y organizar seminarios. Eran años en los que llegué a ser el principal organizador de eventos de humanidades en España, realicé 35 tras el éxito de los denominados Factor Humano que organizaba con la colaboración de la Universidad de Sevilla. En 2012, en uno de esos viajes, fui a una cena y me conoció Alejandro Fernández Varela Jiménez, director de la comunidad de la Universidad Autónoma de México. Y me ofreció trabajar en esa universidad, que es la más importante del mundo en lengua española, como coordinador de eventos especiales en atención a la comunidad.

¿Sirven en realidad ese tipo de eventos para que las personas asistentes mejoren en sus conocimientos y capacidades, o acaso son un formato tipo 'show' de oradores con buena labia que generan un efecto placebo cuya utilidad es breve?

A veces dudo de su eficacia, pero me he llevado sorpresas maravillosas. Pasados los años, me han conocido varias personas que se han acercado y me dijeron: 'Lo mejor de mi paso por la universidad fueron tus congresos. Me sirvieron para aprender a pensar, para encontrar lo que yo quería hacer en la vida'. Incluso políticos en activo me han dicho que atesoran los materiales que recibían como asistentes a Factor Humano. Generaba impacto juntar durante cuatro días en ciudades como Sevilla a 20 personas de todo tipo de ámbitos pero obligados a hablar sin tapujos de un tema que dominaban, y a responder cualquier tipo de preguntas. Sí, fue un formato que funcionó.

¿Pero no hay una hiperinflación de eventos de ese tipo que son un sucedáneo, como formatos caros para transmitir mensajes de autoayuda?

Sí, los hay. Muchas veces me quieren contratar porque mi nombre es conocido, sobre todo en Latinoamérica, donde mis libros de filosofía se venden mucho. Llaman a mi representante, me piden una conferencia motivadora, y yo les respondo: “Mis conferencias no van por ahí. Soy un profundo desmotivador. Yo hablo de pensamiento crítico, de filosofía, pongo a la gente con los pies en el suelo, hay personas que pueden salir llorando una conferencia mía pensando: '¡qué estupido he llegado a ser!' No me gusta ese concepto de conferencia que es: “vamos a un show y a pasarlo bien, y salir con el espíritu elevado, y haciendo dinámicas estúpidas moviendo los brazos o dándonos un abrazo”. Si hay personas que salen motivadas de una conferencia mía es porque haya logrado motivar con una argumentación lo suficientemente sólida como para que actúen en cambiar aspectos de su vida, aunque sea tirar a la basura lo que hacía antes y reorientar sus pasos. No soy un motivador. La motivación no es más que una subida de endorfinas. Y los charlistas o sofistas que dan esas conferencias juegan a subirle los niveles de endorfinas al público y hacerle creer a cada espectador que es el rey del universo. Pero cuando se disecciona qué han dicho, se aprecia cómo hay frases de filósofos sacadas de contexto, mucha estadística cogida por los pelos para justificar una idea,... Al cabo de dos o tres días, esa euforia se ha esfumado, pero te han dejado el veneno: si te quieres sentir otra vez igual de bien, tienes que ir a otra conferencia, o comprar otro libro. Ese círculo vicioso de la autoayuda no tiene nada que ver con la filosofía.

¿Cómo le explica brevemente a alguien que no confunda lo que usted hace?

La filosofía sirve para que cuando yo te dé cuatro o cinco ideas, tú te plantees si son verdad o no, si te sirven o no, y desarrollas tu pensamiento.

¿Cuál fue el primer libro que escribió sobre filosofía?

'La soledad de los pájaros', lo publicó en España la editorial onubense Pábilo. En México lo editó Un Olivo Ediciones. Se vendieron en ese país más de 3.000 ejemplares, y Planeta llegó a un acuerdo para editarlo a gran escala y lo tituló 'Filosofía para desconfiados'. Se vende mucho, lo recomiendan profesores para sus clases en Educación Secundaria. A continuación escribí 'Ética para desconfiados', que en México es lectura seleccionada por muchos institutos de bachillerato, y está funcionando muy bien.

¿En qué se diferencia la cultura de campus en la UNAM respecto a las universidades españolas?

La UNAM es otra escala. Tiene 380.000 alumnos. Y la matrícula es gratuita. El campus en Ciudad de México tiene 13 líneas de autobús propias. Dos paradas de Metro. Tres estadios, incluido el de los Juegos Olímpicos de 1968. Promueve el 40% de la investigación que se hace en el país. Casi toda la vanguardia cultural y científica de México del último medio siglo ha salido de ahí. Y su mayor grandeza es su autonomía respecto a los gobernantes. Su campus parece Naciones Unidas, hay gente de todo el mundo, es un ambiente ecléctico. Su modelo de selección del profesorado es cercano al anglosajón, si una persona la consideran interesante para que dé clases, no hace falta que tenga muchos títulos ni muchas publicaciones académicas. Te contratan directamente sin endogamias burocráticas. Sí hay más filtros para ser catedrático.

¿Cuál es actualmente su actividad para la UNAM?.

Empecé en labores administrativas y he pasado a ser profesor, con asesoría y tutoría pedagógica en el deporte universitario. Pensemos que la UNAM es también la cantera del deporte de alto nivel en un país de 126 millones de habitantes. Hay unos 4.000 alumnos que hacen deporte a nivel alto. Incluyendo medallistas olímpicos y campeones mundiales. Solo en el área deportiva de la UNAM hay cerca de 1.000 profesores, entre entrenadores, investigadores, en líneas como psicología del deporte, medicina del deporte, ética del deporte, en lo que estoy yo asesorando a otros profesores, y dando charlas cuando me las solicitan y viajo a México.

Juan Eslava Galán escribe libros de historia 'para escépticos'. Usted de filosofía 'para desconfiados'. ¿Quiénes se parapetan detrás de esos adjetivos?

En la vida social se ha extendido el mal uso del concepto escepticismo. A las personas que dicen cosas de este tipo: '¿Cómo es posible que los egipcios hicieran las pirámides? No me lo creo' no se las puede denominar escépticas. Son personas desinformadas o incultas porque no quieren saber, no buscan leer el conocimiento bien fundamentado. Quien es escéptico de verdad es alguien profundamente informado que avanza hacia donde están las últimas preguntas del conocimiento, es todo lo contrario. Un escéptico es un sabio, es alguien que sabe muchísimo. Estamos en la era de lo políticamente correcto, de la no ofensa, y con el gusto de no ofender tenemos el problema de que se está permitiendo normalizar las barbaridades. Hace mucho tiempo que ha dejado de estar de moda la cultura, el conocimiento, la intelectualidad. Ahora hay charlatanes asomados a los medios de comunicación, y los hay en las tribunas, y en las redes sociales, y es un problema.

¿Cómo sus libros contribuyen a despertar mayor nivel de conocimiento y de pensamiento crítico, y no ser un producto de entretenimiento rápido?

Me esfuerzo en ponerme en la mentalidad y en la situación de los lectores. En las primeras páginas se lo digo, y durante todo el libro intento mantener un diálogo real con quien lo lee. Hay frases en cursiva que son las que creo que se le ocurren al lector cuando lo está leyendo. Creo que estoy consiguiendo con mis libros que mucha gente le pierda el miedo a la palabra filosofía. Siempre quiero que la palabra filosofía aparezca en la portada de mis libros. Es un conocimiento que ha sido útil a la Humanidad desde hace más de 2.500 años. El problema es que se ha explicado mal. Teniendo el mejor producto para la mercadotecnia, los filósofos la han propagado muy mal. Y la filosofía ha languidecido en el mundo tras la Segunda Guerra Mundial porque la mayoría de los filósofos se han guarecido en las universidades, con excepción de algunos existencialistas franceses o de la Escuela de Frankfurt, y han dejado de estar en la calle y en los medios de comunicación. Llevo décadas haciendo esa campaña para que la filosofía no desaparezca de los planes escolares y de la sociedad. Hay que dejar de esconder la filosofía y de esconderse. Conviértete como filósofo en una personalidad de la vida pública. Y explica que, de las siete ramas de la filosofía, la ética es la rama más util, la de más inmediatez.

Ponga un ejemplo.

De todo lo que escribe Aristóteles, en cuyo legado hay tratados difíciles y sesudos, lo más fácil de entender es lo que escribió para su hijo Nicómaco. La 'Ética para Nicómaco'. Como filosofía curativa para sanar el alma. Y uno de las cosas que le recomienda es que tenga amigos. Que no se fíe de alguien que no tiene amigos, porque quien no los tiene no puede ser feliz. Mis libros van en esa línea, con explicaciones que impactan en la mentalidad de quien lee, y con un lenguaje asequible. Y por eso muchos jóvenes dicen: “A mi profesor de Filosofía no lo entiendo, pero a Vico sí”. Y descubren que las herramientas para vivir mejor las tenían a mano pero las habían despreciado. Mis aliados son los profesores de Filosofía. 'Ética para desconfiados' es un libro marcadamente para jóvenes. He tenido maravillosas experiencias personales en la interacción con lectores. Cuando esos profesores eran jóvenes, su herramienta fue 'Ética para Amador', el libro de Fernando Savater.

¿Qué aconseja para que la ética sea el patrón de vida a las duras y a las maduras?

La ética es el cajón de nuestra conducta. Los compartimentos del cajón son la moral. Hay que entender que no vivimos solos, y que las reglas para convivir se van actualizando constantemente, y entender por qué suceden esos cambios, de ahí la necesidad del pensamiento crítico. Esa es la buena forma de vivir. Pero hemos idealizado el individualismo, y tendemos a subirnos al individualismo como el falso carro de las libertades. Me molesta mucho cuando la gente confunde individualismo con el uso indiscriminado de la libertad, eso es un error manifiesto. Puedes ser libre en una isla desierta para hacer lo que te dé la gana. En la sociedad, hay que tender a ser un mundo moralmente sano donde todos nos respetemos y todos podamos confiar unos en otros. El concepto de moral está muy prostituida porque inmediamente mucha gente piensa que moral equivale a Iglesia, y no tiene nada que ver. Moral es el código que nos permite saber qué va a hacer el otro si lo sigue. La moral inhibe la incertidumbre cuando en una sociedad el índice de confianza interpersonal es más alto. Y los ciudadanos viven peor en una sociedad donde ese índice de confianza interpersonal es bajo. Entendamos que la moral es una construcción humana para poder vivir mejor.

Nuestra época es definida por conceptos como el de 'la sociedad de la incertidumbre'. ¿Es cierto que ahora le resulta más difícil a muchas personas gestionar un presente y futuro inestables?

Nuestros sentimientos y emociones siempre han sido los mismos: La ansiedad, el miedo, el estrés,..., el ser humano no tiene la capacidad de crear nuevos. Pero todos los tiempos históricos tienden a considerar que su momento es diferente a los demás. Al ser humano no le gusta la incertidumbre, la falta de certezas, y le genera ansiedad. Por ejemplo, ya no se da la certeza de que si acabas una carrera universitaria vas a tener un buen empleo. Mis libros ponen ante el espejo de la Historia. Ya existieron periodos donde había ansiedad. Por ejemplo, cuando grupos filosóficos como los escépticos y los estoicos son más valorados es cuando Alejandro Magno conquista muchas ciudades, crea un imperio, y los griegos, que tenían una identidad muy basada en la polis, pasan de pronto de ser un ciudadano de la polis a uno de la metrópolis, y eso agobiaba y generaba ansiedades, y las calmaban comprando más cosas.

¿La amenaza de la crisis climática va a provocar que aumente la prevalencia de la ética en nuestra sociedad?

Ya hay una ética ecológica, el ecologismo. Pero es una tendencia ética que suele estar mal fundamentada. Es una falsa empatía sobre el mundo y no sobre nosotros. En los ecologismos de manual hay una desafección hacia el ser humano y una idealización de la naturaleza. Y en la política veo mucha laxitud ante este reto. La mayoría de los políticos solo se enfocan a lo que puede reportarles votos cada cuatro años para seguir en las instituciones políticas. Tampoco aprecio que la mayoría de la sociedad sea consciente de que dentro de unos 50 años va a haber áreas del planeta invivibles para los humanos porque durante más de 50 días al año tendrán temperaturas máximas de unos 50 grados. Estamos en una ética económica, y en esa tendencia no importa el futuro. Los grandes cambios de comportamiento humano a nivel global solo sucederán cuando la gente se siente aterrorizada. El problema es que puede ser un momento en el que cambiar sea demasiado tarde.

¿Quiénes tienen la sartén y el mango de la economía en el planeta no sienten vértigo ante la posible vida catastrófica que pueden legar a sus hijos y nietos?

A las personas más ricas y poderosas no les preocupa que en el planeta haya zonas amplias que pasen a ser invivibles. No les preocupa que sus hijos y nietos estén en un mundo así. Están tan endiosados y ebrios de poder que piensan que con su dinero tendrán solución para ellos. Quizás por eso se está produciendo que grandes fortunas están comprando amplias extensiones de terrenos en las zonas más altas de los países de Escandinavia, evaluando que con la subida de las temperaturas pasarán a ser lugares agradables y sanos donde residir. De eso hablo en mi próximo libro, que saldrá publicado en México el próximo mes de septiembre.