El restaurante encantado (I)

Un inquieto ‘huésped’ mantiene en vilo a los empleados del restaurante Viandas, testigos de extraños sucesos

06 dic 2015 / 21:28 h - Actualizado: 13 dic 2015 / 21:42 h.
"La aventura del misterio"
  • El restaurante en cuestión está situado en pleno centro de Sevilla y ocupa una vieja casa del siglo XVII.
    El restaurante en cuestión está situado en pleno centro de Sevilla y ocupa una vieja casa del siglo XVII.
  • Fachada del restaurante Viandas.
    Fachada del restaurante Viandas.

Fue un caso que conmocionó a toda la ciudad, en tan sólo unas horas la noticia corrió como un reguero de pólvora: «una casa encantada en pleno centro de Sevilla cuyo fantasma se manifiesta en un programa de radio». Y la verdad es que sería otro de esos casos que cambiaría mi vida. Una investigación de más de un año, con miles de horas de grabación y testimonios tan dispares como sorprendentes... Su emisión en directo en el programa Milenio 3, de la Cadena SER, haría que este caso quedara grabado eternamente entre los casos más inquietantes del misterio en España.

Ruidos extraños, raps, sombras, pisadas, objetos que se mueven de sitio, enseres que aparecen y desaparecen, extrañas formaciones luminosas... Todo esto y un largo número de otras extrañas circunstancias y hechos paranormales son las que viven a diario en su lugar de trabajo en Sevilla los trabajadores del restaurante Viandas.

No es fácil que en una investigación paranormal se le dé al investigador todo tipo de facilidades para desarrollar su labor, ello nos indica que el afectado tiene ya un alto grado de desesperación y haría cualquier cosa por resolver su situación y en ese grado de desesperación se encuentran los empleados y propietarios del conocido restaurante sevillano en pleno corazón de la capital hispalense.

No es un caso nuevo ni el molesto huésped hacía su aparición con motivo de la retransmisión en el programa radiofónico de la Cadena SER Milenio 3 de Iker Jiménez. Tendríamos que remontarnos al año 2000 para comenzar con la larga lista de hechos paranormales que esta vieja casa del siglo XVII en la calle Arguijo número 3 acoge entre sus paredes. Su propietario, Javier Pérez Parralo, puso todo su empeño en lograr que este céntrico establecimiento fuera un lugar de encuentro y que destacara por la calidad de su servicio y de su gastronomía. Pero al adquirir el edificio también adquiría con él a un permanente y molesto morador, un incordiante fantasma dispuesto a no dejar tranquilos a los trabajadores del lugar.

Durante las obras de reformas en esta casa de tres plantas, realizadas en el año 2000, a los obreros que trabajaban en ella comienzan a afectar los primeros fenómenos extraños. En este periodo, cuando se estaban acometiendo las remodelaciones en la planta baja y primera planta, la contrata de Gerena que llevaba a cabo las mismas notaba cómo les eran arrebatadas diferentes herramientas, tales como taladradoras, soldadores, herramientas de mano y otros enseres pertenecientes a los albañiles, herreros, encofradores, electricistas, fontaneros, etc. Los acontecimientos se recrudecen en el verano del 2001 cuando, en un día festivo, el jefe de obras se tiene que personar en la misma, a instancia del propietario, ya que aparecía abierta por completo, abierta por unas manos invisibles puesto que las únicas llaves las tenía el citado jefe de obras. Ante esta situación es requerida la presencia de la Policía Nacional que da fe de que las puertas no han sido forzadas y tampoco hay ninguna huella de intrusos sobre el fresco piso hormigonado de la entrada del edificio..., pero ¿quién entraba y abría el edificio en obras? «Unas manos invisibles» como decía el empleado, «fenómenos paranormales que no dejaban que el edificio fuera cerrado». Ante esta circunstancia se pone una denuncia ante la Policía Nacional de Sevilla en la ya desaparecida comisaría de la Gavidia quedando constancia de este hecho inquietante.

Tras estos continuos incidentes abre al público el establecimiento bajo el nombre de Viandas y comienza así su actividad laboral de restauración. Durante esos primeros meses todo parecía funcionar bien, sin mayores problemas paranormales, pero pronto comenzaron a suceder diferentes hechos que inquietaron a todo el personal...

La numerosa plantilla del restaurante callaba sus experiencias por temor, o por miedo, a que no se los tomaran en serio; la situación afectó a todos y llegó un momento en el que se sinceraron los unos con los otros, comprendiendo que en su lugar de trabajo había alguien más que no veían ni tocaban, pero que sentían su presencia.

Desde el 2001 hasta hace unos años estos acontecimientos paranormales se venían sucediendo. Todo comenzó en sombras que se desplazaban en la planta superior y aún sin remodelar, sombras que se movían y no eran provocadas por nada ni nadie. A esta sombra se le unieron ruidos de pisadas, pisadas humanas que tampoco eran provocadas por nadie, extraños ruidos que en investigación paranormal llamamos raps y comenzaron a aparecer y desaparecer objetos sin que nadie supiera el por qué...

Pero son los protagonistas de esta historia quienes nos narran lo vivido en el local. Así Raquel M., gerente del restaurante, nos indicaba: «Lo que más nos asusta es el oír en la planta de arriba ruidos de pisadas y carreras así como golpes sabiendo que no hay nadie. Las sombras que se suelen ver en la escalera son muy impresionantes y la verdad es que ya casi nadie sube a cambiarse solo, por el miedo que provoca encontrarse con el fantasma. Yo misma fui testigo de una sombra que parecía subir por las escaleras, me dejó sin aliento... Impresiona mucho». Esta joven sevillana se ha convertido en una especie de albacea de todos los acontecimientos vividos por sus compañeros e insufla ánimos para seguir trabajando y tratar, en la medida de lo posible, de ignorar a tan inquieto huésped.

No se detienen ahí las inquietudes de este molesto inquilino y comienza a realizar sus particulares travesuras que encrespan los nervios de todos... Víctor G. es un camarero del restaurante poco dado a creer en estos temas pero nos relataba su experiencia de esta forma: «Colocando un día una mesa para una celebración de muchos comensales bajé para recoger varios objetos ornamentales, cuando subí no me lo podía creer... en el local estaba yo solo pero, sin embargo, todos los servicios estaban puestos de otra forma totalmente diferente a como yo los había dejado..., alguien los había cambiado en tiempo récord, imposible, pero yo estaba solo en el local», lo que inicialmente dijo que era sólo una broma con posterioridad confirmó su veracidad y no sólo eso «en la planta superior suelen venir olas de frío, hay unos cambios de temperatura muy fuertes y eso en Sevilla, con el calor que hace, se nota. También es curioso por qué muchas veces huele de forma extraña, como a incienso o algo similar por la escalera de subida, es tremendo».

Otro camarero, Sebastián, quedó vivamente impresionado cuando «estaba en la planta alta cambiándome y pude oír perfectamente cómo me llamaban lenta y pausadamente «Seeebaaasss», me impresionó muchísimo ya que la voz surgía de la nada y en la planta no había nadie más que yo...».

El cocinero del restaurante, Jorge D., tampoco se escapó de estos hechos: «Un día estaba en la planta alta y sentí un cambio de temperatura fuerte, pasé del calor al frío en pocos segundos... me asusté mucho porque delante de la puerta vi cómo pasaba alguien o algo, era muy difuso pero me impresionó... Me cambié tan rápido como pude y salí corriendo».

Una de las impresiones más fuertes la vivió Carmen S., camarera: «Cambiándome en la planta alta, justo cuando me agachaba a atarme el zapato, levanté la vista ya que me sentí observada. Por el pequeño espejo de la habitación vi perfectamente a alguien que me observaba, perfectamente, allí había alguien que me estaba mirando, me giré y sólo vi una sombra difusa pero ni rastro de nadie en el largo pasillo..., era imposible. Desde entonces tengo la certeza de que en el edificio hay algo más...». La chica mientras nos comentaba este suceso estaba vivamente nerviosa e impresionada.

Silvia G. también nos comenta que aparte de sentir presencias y sentirse extrañamente acompañada hay algo que le inquieta: «Es terrorífico comprobar cómo en el vestuario de las mujeres, donde nos cambiamos, la puerta se abre pese a tener echado el cerrojo..., es como si unas manos invisibles lo abrieran sin mayores problemas».

Como dato histórico, una vecina, que lleva habitando 60 años de forma ininterrumpida, nos comenta: «Siendo yo muy pequeña, recuerdo que una noche, mi padre, que era encargado de una ferretería muy famosa en aquellos tiempos en la ciudad, llegó a casa muy nervioso, y al parecer justo en la puerta del actual restaurante, había descubierto una pequeña caja de madera, que contenía el cadáver de un niño o niña».

Otros compañeros también han vivido fuertes experiencias con el fantasma de Viandas aunque su miedo no nos permite publicar sus declaraciones, no obstante también fueron testigos directos, en primera persona, de las extrañas bajadas de temperaturas, el paseo de la sombra por la segunda planta, aún no remodelada, del edificio, extraños ruidos... Otros abandonaron prematuramente el local como José M. quién nos comentaba: «Mira, yo no sé si allí hay o no un fantasma pero te digo mi verdad: algo raro hay, eso es seguro. Lo que allí pasa no sucede en ningún sitio».

Los fenómenos se seguían produciendo y rara era la noche en la que la alarma de seguridad contratada a una conocida y prestigiosa empresa de seguridad no saltaba en la planta alta. El volumétrico indicaba la presencia de algo arriba pero curiosamente sólo saltaba en esa planta, en esa segunda planta, en la planta alta, cuando lo debería de hacer en la baja ya que por ella se debe iniciar la subida... Algo surge en la planta alta, algo que es captado por un frío y objetivo equipo electrónico de seguridad que alerta de su presencia, con una tolerancia mínima para un volumen de 45 kilos, descartándose cualquier tipo de roedor u otro animal que pudiera originarlo. Los expertos de la empresa de seguridad no saben explicar qué es lo que hace saltar la alarma del edificio en ese sitio en cuestión.

Los acontecimientos se precipitaron de tal forma que el propietario del establecimiento nos indicaba durante una entrevista: «Mira, ya he mandado instalar cámaras nocturnas de seguridad que están funcionando toda la noche para ver si captamos algo o vemos qué es y la empresa de seguridad nos envía los partes con las incidencias de la alarma. Yo no sé lo que está ocurriendo pero algo normal no es... aquí está pasando algo que no es de este mundo...».

Los últimos incidentes acaecidos en el lugar fueron la desaparición de una vieja purera y una caja de vinos rosados de marca que volvieron a aparecer intactos en otros lugares diferentes a los originales.

Pero la sorpresa llegó cuando los dos empleados referidos, Jorge D. y Sebastián G., estaban cerrando las ventanas del local y tal y como cerraban las mismas, al llegar al otro extremo, contemplaban con estupor cómo aparecían abiertas... ¿Abiertas por quién? Así nos lo narraban sus protagonistas: «Estábamos cerrando tres de las ventanas del local y cerrada una de ellas, al cerrar la segunda escuchamos un fuerte ruido procedente de la primera, muertos de miedo, fuimos a ver lo que ocurría y observamos como las ventanas abiertas estaban ahora cerradas y las cerradas abiertas...».

Los aires acondicionados del local se solían accionar solos, apagar y encender, a cualquier hora, incluso con el establecimiento cerrado, en una extraña y fría danza que provocaba la incredulidad y asombro del personal de Viandas.

Y lo peor, lo más terrorífico, estaba todavía por llegar...