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La banda juvenil Virgen de la Victoria de la hermandad de las Cigarreras participó en el concierto conmemorativo del XX aniversario de la ‘banda grande’ en Cuaresma. / El Correo -
La formación ensaya un día a la semana durante aproximadamente tres horas.
Cinco años pueden parecer insignificantes, aunque en la vida de estos jóvenes han supuesto toda una revolución con la que confirmar, y en algunos casos también descubrir, su verdadero amor por el mundo de la música. Se saben cantera pero también quieren ser presente. Por esto esta noche celebrarán, de la mejor forma que saben hacerlo, sin tarta y entre partituras, un concierto en el que conmemorarán un lustro de su fundación como banda de música juvenil de la hermandad de las Cigarreras.
Este proyecto, que en sus orígenes fue más un sueño que otra cosa, nació en 2011, coincidiendo con el XV aniversario de la Banda de Música María Santísima de la Victoria de Las Cigarreras, la «banda grande», como ellos la llaman de forma cariñosa. Gracias al impulso de su director, José Manuel Toscano, y del presidente de la Asociación Filarmónica Virgen de la Victoria, José María Gutiérrez, con el respaldo absoluta de la junta de gobierno, se empezó a trabajar en la creación de una nueva formación llamada a ser cantera musical. Pero más allá, el objetivo pasaba también por convertirse en un espacio en el que se iniciara y educara a estos niños y jóvenes en el arte de tocar un instrumento, sin olvidar la apuesta por su crecimiento en valores.
A pesar de las dudas de los primeros meses –que las hubo, como es lógico–, el proyecto ha terminado por consolidarse. Tanto que ahora la banda puede presumir de tener a más de medio centenar de componentes entre sus filas, de edades entre los 10 y los 17 años de edad. Desde enero de 2015, Rocío González, flauta de la banda grande y casi una madre para todos, está al frente de esta formación, sustituyendo al primer director, Javier Romero. Ella es consciente de que están formado «a músicos» pero también «a personas». Es por ello que tiene claro que «lo más hermoso» de esta experiencia es «la amistad que ha nacido entre todos ellos».
Es precisamente ese trato «especial» que ha nacido entre sus miembros lo que les hace acudir con una sonrisa al ensayo que durante unas tres horas realizan un día a la semana. Además de aprender música, repasar partituras y familiarizarse con los instrumentos, este curso han iniciado un proyecto en el que algunos músicos de las bandas sevillanas les ofrecen diferentes masterclass. «Les enseñan trucos, como se debe tocar en la calle... al fin y al cabo somos una banda y es lo que deben aprender». Los padres son los primeros que agradecen este esfuerzo, sobre todo los de Blanca y Óscar –clarinetes– y María –percursión– que forman parte de la banda desde sus inicios.
Todos comparten el deseo de la directoria. «Me gustaría que los niños fueran músicos de la banda grande, ese es su futuro más cercano», señala. Y aunque le encantaría que todos se sumaran a las filas cigarreras, es consciente de que «estamos formando músicos que acabarán en otras bandas, pero no importa. Me quedo con que serán buenos músicos de banda, da igual donde acabe tocando». Hasta entonces siguen sumando aprendizaje en las actuaciones de este joven formación. Gracias a ellas han participado en numerosas procesiones y conciertos en Sevilla –la mayoría con fines benéficos–, como el anual acompañamiento a la Virgen del Carmen de Calatrava en su procesión fluvial o procesiones eucarísticas como la de la parroquia de San Bartolomé. Incluso algunos han tenido la ocasión de tocar en Semana Santa en varias de las procesiones de la banda grande.
Esta noche quieren compartir todas esas emociones y vivencias en un concierto (20.30 horas en la capilla de las Cigarreras) en el que rendirán homenaje a sus compañeros, interpretando marchas dedicadas a las hermandades en las que éstos tocan en Semana Santa. Ahí nadie les podrá negar la ilusión y las ganas por aprender de una joven cantera que tiene marcado en el alma el sello de ser de las Cigarreras.