Manuel Machado y la otra ‘Saeta’

Eclipsado durante décadas por su hermano, fue un reconocido cofrade al que su devoción por la Macarena le movió a componer hermosos versos y a fundar una hermandad filial en Madrid

21 feb 2018 / 22:58 h - Actualizado: 21 feb 2018 / 22:58 h.
"Cofradías","Cuaresma 2018"
  • Imagen de la Macarena por la calle Resolana en los años 30. / El Correo
    Imagen de la Macarena por la calle Resolana en los años 30. / El Correo

En 1969 un joven cantautor llamado Joan Manuel Serrat graba una canción titulada La Saeta que, de inmediato, se convertirá en un rotundo éxito. Dicho tema estaba incluido dentro de un trabajo más amplio dedicado a la figura del poeta sevillano Antonio Machado. Por tanto, Serrat adapta los versos machadianos para construir un himno que, con el tiempo, llegará a ser marcha procesional. Primero con la adaptación de una parte del tema por la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de Ayamonte, bajo el título La Saeta del Madero (1983). Luego con la adaptación completa de Antonio Velasco Rodríguez para la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras (1990) —más tarde refundada bajo el nombre de Agrupación Virgen de los Reyes—, y dos años después con la versión para bandas de música de Guillermo Fernández Ríos. A lo que hay que sumar interpretaciones a cargo de orquestas sinfónicas y bandas de cornetas y tambores que han permitido que muchos cofrades repartidos por el mundo conozcan esos célebres versos que comienzan por «¿Quién me presta una escalera?» (1914). Sin embargo, pocos saben que existe otro poema con el mismo título compuesto en 1938 por el hermano del poeta fallecido en Colliure, que, aunque difiere bastante del popularizado por Serrat, coincide con este en un verso («Canción del pueblo andaluz»). Eso sí, mientras que el mayor de los hermanos dedica su texto a la Semana Santa de Sevilla, la muy celebrada letra de Antonio no especifica ningún lugar concreto de Andalucía, habiendo críticos que la relacionan con Sevilla y otros con Granada, pero sin ningún dato definitivo sobre el que apoyarse.

Reencuentro afortunado

No olvidemos que la trayectoria de ambos escritores es paralela en los inicios, pero diametralmente opuesta más adelante. Mientras Antonio prácticamente no vuelve por la ciudad que le vio nacer desde su marcha a Madrid —y el posterior periplo por París, Soria, Baeza o Segovia—, Manuel se reencuentra con Sevilla en 1896, a iniciativa de su abuela materna y tratando de poner orden en una vida llena de fiestas, desmadres y líos de faldas en la capital de España. Es en ese momento cuando el primogénito de los Machado redescubre el lugar de su infancia, evoca su felicidad pasada y experimenta maravillosas sensaciones al escuchar flamenco en los tablaos, sumergirse en los ambientes taurinos de Bombita o Franconetti y prodigarse en las procesiones de Semana Santa. Y es que la llegada de Manuel Machado al mundo, un mes de agosto sevillano de 1874, y su posterior bautizo en la parroquia de la Magdalena, parecen presagiar un amor por esta tierra que nunca le abandonó. Tal vez por su recién descubierta «afición» por todo lo que huele a Sevilla, en su estancia a finales del XIX su trayectoria personal y literaria va a sufrir un vuelco. Vivirá en Triana, en casa de su tío Rafael, y será un asiduo de la Macarena, barrio al que se siente estrechamente unido como recordará en su poema Retrato: «Medio gitano y medio parisién —dice el vulgo—, con Montmartre y con la Macarena comulgo...».

De la Macarena de Madrid al poema ‘Saeta’

De su gran cariño hacia la Esperanza surge uno de sus más hermosos sonetos e incluso el afán por convertirse en uno de los fundadores de la hermandad del Gran Poder y la Macarena de Madrid. Una idea que surge en 1940 a raíz de la añoranza de un grupo de sevillanos que residen en la capital de España, y que les lleva a redactar unas reglas, encargar sendas copias de las célebres imágenes hispalenses y darles culto en la iglesia de Santa Cruz, en la calle Atocha. Además del poeta se unen otros nombres ilustres de la pintura, como Ignacio Zuloaga, de la música, como Joaquín Turina, de la escultura, como Fernández-Andes, o el teatro, como Joaquín Álvarez Quintero. Corporación cuya primera estación de penitencia se realizó en la madrugada de 1946 por las calles del Madrid de los Austria, pasando al año siguiente a la tarde del Jueves Santo.

En cuanto a la gran creación literaria de Manuel Machado en relación con las cofradías, el poema Saeta, este aparece publicado en la prensa madrileña en la Semana Santa de 1938 junto a otras firmas importantes como Concha Espina, Pemán y Cossío. He aquí sus versos: «Míralo por dónde viene / el mejor de los nacidos... / Una calle de Sevilla / entre rezos y suspiros... / Largas trompetas de plata / Túnicas de seda... Cirios, / en hormiguero de estrellas, / festoneando el camino... / El azahar y el incienso / embriagan los sentidos. / Ventana que da a la noche / se ilumina de improviso, / y en ella una voz –¡saeta!– / canta o llora, que es lo mismo: / «Míralo por dónde viene / el mejor de los nacidos...». / Canto llano... Sentimiento / que sin guitarra se canta. / Maravilla / que por acompañamiento / tiene... la Semana Santa / de Sevilla / Cantar de nuestros cantares, / llanto y oración. Cantar, / salmo y trino. / Entre efluvios de azahares / tan humano y, a la par, / ¡tan divino! / Canción del pueblo andaluz: / ...de cómo las golondrinas / le quitaban las espinas / al Rey del Cielo en la Cruz».