Los medios y los días

14 de abril, ¿estamos para repúblicas?

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14 abr 2021 / 04:00 h - Actualizado: 13 abr 2021 / 21:28 h.
"Los medios y los días"
  • La bandera republicana ondea ante la basílica de la Macarena. / Jesús Barrera
    La bandera republicana ondea ante la basílica de la Macarena. / Jesús Barrera

Hoy es día festivo para los republicanos españoles. Yo lo soy, pero no celebro nada y eso que desde hace bastantes años tengo guardada la bandera tricolor. Nunca la he sacado, ya no tengo ganas ni de buscarla porque gran parte de las personas que presumen de republicanas me han hecho pensar mucho, no sobre la idoneidad de una república sino sobre el significado auténtico de lo que ese personal estima como república, quiero decir, si sabe distinguir entre establecer una república o una auténtica venganza en la que la idea de república sea utilizada para volcar en ella sus taras, rencores, fracasos y educaciones en el odio.

La educación y la memoria histórica mal empleadas posibilitan que lo que no se ganó en el campo de batalla se desee ganar en las calles y en algaradas a estas alturas de la Historia, cuando 1931 suena a pleistoceno en un mundo en el que miles de noticias a diario nos hurtan los recuerdos más inmediatos y donde hay que dejar descansar a los muertos y rendirles el mejor homenaje en forma de unidad patria bajo un solo proyecto esencial de nación que aspire a ser poderosa en el mundo de los ordenadores cuánticos.

De tanto oír hablar de república, guerra civil y separatismos, me paré a pensar en cuándo, a mí, un ciudadano educado en el franquismo, me habían enseñado bien aquellos momentos de la Historia de España. Mi conclusión fue lamentable: ni bien ni mal, no me los enseñaron nunca, ni en el colegio ni en la universidad me hablaron jamás mis profesores con detalle de aquellos tiempos. En el colegio, con Los Maristas, nunca, se pasaba por encima del acontecimiento de manera diplomática, supongo que algo tendría que ver el deseo de los hermanos Maristas -de procedencia francesa- de no mover el asunto ni un ápice. En mi carrera de Historia General los magister que tanto y tan acertadamente me formaron, se ciñeron sobre todo a un enfoque universal que siempre les agradeceré. Creo que, por respeto al rigor y a posibles polémicas y represiones, no desearon penetrar en el peligroso bosque de la república y la guerra.

En la actualidad ignoro cómo lo explican a niños y jóvenes, supongo que de la manera más simplona posible y por tanto doctrinaria porque, cuando hablamos de enseñanza y educación, todo enfoque simple perjudica y deseduca. La república era la buena y Franco el malo, Queipo de Llano fue un asesino enterrado junto a la Macarena. Largo Caballero, Azaña, etc., fueron los elementos positivos. En fin, una película de cowboys.

¿Quién me ha educado y me sigue educando a mí en el asunto? Yo mismo. He tenido que hacerlo yo y sigo en ello. Mis conclusiones por ahora les juro que no son tan simples como las que tenía en los años 70 y 80 del pasado siglo. ¿Qué me ha empujado a prepararme por mí mismo? La enorme simplicidad con que me han mostrado unos y otros los eventos de 1931 a 1939 en adelante. Las cosas no pueden ser tan superficiales como me hacían ver, ningún comunista con formación, que lo sea de verdad, quema obras de arte sacras, eso es un acto encabronado de ignorancia, obra de una masa oprimida e iletrada; ningún movimiento revolucionario que defienda una república está dividido en varios ejércitos descoordinados ni carece de una buena estructura de propaganda. Por otra parte, cuando en 1931 Macià proclama por su cuenta la república, antes que Madrid, no lo hace como ahora me quiere dar a entender la jaula de grillos separatista sino que actúa con mente de república dentro de una federación o confederación ibérica y cambia sus intenciones de estado desconectado de una nación por el de una Generalitat colaboradora -algo que siguió haciendo en nuestros días Tarradellas- aunque el tema no quedó resuelto por el estallido de la guerra civil y ahí seguimos, con una derecha timorata, creyendo que el arreglo es la aplicación del artículo 155 de la constitución de 1978.

Queipo fue un genocida, como Franco. Pero levantó casas para los obreros y originó trabajo. Franco logró algo clave sin lo cual no se podría explicar la democracia actual: creó la clase media y un sector público que no se lo escucho apenas reivindicar ni a Podemos que prefiere la caridad del ingreso mínimo. Fue una canallada provocar una guerra civil pero también fue un fallo considerable proclamar una república tras ganar unas elecciones municipales -no generales-y luego conservarla a la fuerza en 1934 a pesar de la victoria de las derechas a las que, ya entonces, las llamaban fascistas, como hoy.

En fin, ya sé que a la gente les gustan las cosas sencillitas, pero yo soy un científico social y un pensador y me complico la vida, lo siento, pido perdón por ello. Para mí el asunto es más complejo como para que me vaya de fiesta por ahí. Lo que tengo claro es que una república es un paso decisivo en la madurez de un país y no se debe fundar en unos momentos como los actuales, convulsos, sin hombres ni mujeres de Estado, en un mundo competitivo al máximo donde te descuidas y el tren de la Historia te aplasta. Si el rey emérito ha delinquido, que pague las consecuencias; si su hijo el rey actual resulta cómplice por acción u omisión, también, pero, miren, primero que se acabe la pandemia y luego que empecemos a producir, que el PIB no sea inferior a la deuda que tenemos y que vamos a tener, eso puede ser la bancarrota. No, ahora no creo que estemos para repúblicas, aunque, claro, yo no soy más que un plumilla y un servidor del Estado.