La vida del revés

A mí no me importa un bledo

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28 nov 2019 / 07:39 h - Actualizado: 28 nov 2019 / 07:41 h.
"Opinión","Violencia de género","La vida del revés"
  • Javier Ortega Smiht. / EFE
    Javier Ortega Smiht. / EFE

Desde Vox lanzan mensajes que cualquiera puede comprar. Por ejemplo, ayer, en un tuit del grupo municipal de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, se podía leer: ‘En Vox queremos proteger a las mujeres, a todas, pero también a los hombres, menores y ancianos’. ¡Menuda cosa! Eso es exactamente lo que defienden todos los partidos políticos españoles (excepto los que apoyaron y apoyan la violencia terrorista de ETA). Los señores de Vox parecen querer enviar un mensaje nuevo, desconocido y esencial pero, sin embargo, esto ya está dicho muchas veces.

¿Dónde está el problema? Las ideas se pueden manejar de distinta manera. En Vox dicen que quieren proteger a todos insinuando (muchas veces afirmándolo sin reparos) que existen grupos que solo quieren proteger a un grupo concreto; enfrentan su vieja idea con otras que podrían parecer nuevas y que son tan antiguas como la suya. La violencia de género es algo que se arrastra desde las cavernas aunque se le ha puesto nombre hace poco tiempo. Que los periódicos hablasen de reyertas en las casas cuando se producía el asesinato de una mujer a manos de su pareja no significa que hablasen de otra cosa. Eso era violencia de género y, por eso, es tan importante llamar a las cosas por su nombre. Enfrentan las cosas porque Vox vive de la confrontación. Enfrentan las cosas porque, como en este caso, niegan la existencia de la violencia de género y, así, intentan destrozar un argumento de sus competidores. No existe la violencia de género; todo es lo mismo; y los únicos que lo saben son ellos (eso tratan de decir). Eso es puro populismo. Un mensaje fácil aunque sea falso que pueda comprar la gente.

No se puede hacer política con algo tan serio y tan sensible. No solo en Vox se hace. Enfrente tienen formaciones que, sin reconocerlo, lo hacen del mismo modo.

No se puede negar, algo que aceptan entidades como la ONU o la OMS, como un mal que afecta a todas las sociedades. No se puede retorcer el lenguaje buscando votos aunque un grupo de personas vulnerables (las mujeres lo son en algunos aspectos como en el caso de la violencia machista) quede desprotegido.

La reprobación del portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, no tiene ningún efecto salvo el moral o el político. Él dice que le importa un bledo y eso dice mucho del talante democrático de un político que vive del escándalo, de enfrentarse con lo que él cree que son sus enemigos (adversario político, por ejemplo, no cabe en su vocabulario). A mí, personalmente, no me importa un bledo que un sujeto se plante delante de un grupo de mujeres maltratadas, y de familiares de otras que murieron asesinadas por sus parejas, y pueda decir lo que le venga en gana sin que suceda nada de nada. Y que esto guste a algunos votantes me parece un peligro. Normalizar un discurso como este no puede ser bueno.

La violencia es igual en todos los casos. Es verdad. Pero la que se lleva por delante a las mujeres por el hecho de serlo es especialmente terrible y se cobra decenas de víctimas cada año. Una sociedad mejor exige que se acabe con esa lacra.