Tomada la decisión de invertir en bolsa, el futuro inversor se suele plantear la siguiente pregunta: ¿Cuántas acciones debería tener en cartera? Es difícil dar una respuesta válida para todos ya que el perfil de cada inversor es distinto.
En primer lugar, deberá tener en cuenta su perfil de riesgo, teniendo muy claro si quiere llevar a cabo una operativa conservadora o agresiva.
Asimismo, debe fijar qué objetivos busca con la inversión a realizar y qué horizonte temporal tendrá la misma.
Un inversor de perfil conservador deberá invertir en acciones de empresas cuyo crecimiento de beneficios sea lento pero mantenido en el tiempo y que se adapten a vaivén de los ciclos económicos. Dentro de este tipo de empresas se encuentran las energéticas, las de productos de primera necesidad, farmacéuticas, etc.
El inversor agresivo, teniendo claro que su inversión conlleva un mayor riesgo, debería poner su atención en empresas de alto crecimiento, nuevas tecnologías y pequeñas industrias que apuesten por nuevos proyectos de expansión.
Hay que tener claro que formar una cartera de inversión no consiste tan solo en adquirir una serie de acciones diversas. Hay que dedicar una parte de la cartera a renta variable y otra parte otro tipo de activos distintos de la renta variable como pueden ser Letras del Tesoro, bonos y otros activos de renta fija. Dentro de la renta variable, se debería adquirir títulos de empresas encuadradas en diversos sectores económicos presentes en el mercado bursátil.
Diversificar una cartera de inversión no consiste en cambiar de títulos de manera aleatoria o arbitraria dentro de un mismo hueco de negocio, sino que el equilibrio riesgo/rentabilidad se obtiene al incorporar distintos sectores tanto financieros, industriales, tecnológicos o activos de renta fija, resultando con ello una buena gestión de capital.