Adara Molinero y Miguel Frigenti o las cloacas de la moral

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19 nov 2021 / 07:17 h - Actualizado: 19 nov 2021 / 07:55 h.
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Ayer, se ha llegado al fondo del océano de la televisión basura. No puede haber un espectáculo más dantesco, cutre, indignante y, por qué no decirlo, doloroso. No puede ser cierto que directivos de una cadena de televisión se alegren por obtener altas audiencias a base de verter inmundicia televisiva llegadas de las mismas cloacas de la moral. No puede ser que cualquier cosa sirva para hacer negocio porque eso se aparta de lo que una sociedad, que quiere progresar, necesita.

La tal Adara Molinero, participante del programa ‘Secret Story: La Casa de los Secretos’, está demostrando que para ser profesional del reality lo que hay que tener es muy mala baba, poca empatía y la inteligencia de un mosquito. El despliegue de esta mujer riendo sin ton ni son, haciendo idioteces de mal gusto y destrozando la convivencia del grupo, parecen no tener fin. Nunca nadie tan justito de inteligencia tuvo tantos minutos de televisión. Y nunca antes una cadena de televisión llevó las cosas a estos extremos usando para ello a la tonta del pueblo. Como ya he dicho más veces, no hay tonto bueno y la idiotez de esta chica es superlativa. Imaginen la maldad.

Isabel Rábago, periodista que colabora en esa misma cadena y, también, concursante de ese programa tan vergonzante, sufrió en directo un ataque de ansiedad. La tal Adara, acompañada de un tipo histérico, maleducado y obsesionado por la mala fama que aporta hacer lo que hace, insistían en tener un comportamiento lamentable. En el plató de televisión, la madre de la tal Adara daba, simultáneamente, un espectáculo patético que convierte a su hija y a sí misma en el hazmerreír. El escándalo era mayúsculo (lo que para la tal Adara y su acompañante fue una broma era, en realidad, una provocación extraordinaria), la cadena seguía con el mismo plan con el que ha llevado la situación a un extremo impresentable que podrá generar audiencia aunque deja el nivel moral bajo mínimos.

Da igual qué pasó con exactitud. Las redes sociales están infestados de vídeos y de mensajes que explican lo sucedido, que deja claro que en España nos hemos acostumbrado a convivir y a disfrutar con la carroña, y el que quiera puede echar un vistazo para hacerse una idea. Pero lo importante es que algo está pasando en la sociedad española para que miles de personas se gasten dinero intentando que una mujer (que no sabe colocar los países en el mapa, que no escribe sin destrozar el lenguaje y que es incapaz de construir un discurso coherente) continúe en un concurso. Algo está pasando para que la diversión preferida sea asistir al sufrimiento de otros.

Miguel Frigenti es un periodista mediocre. Mucho. No he leído ni una sola frase escrita por él con un mínimo de interés. La tal Adara no tiene oficio ni beneficio y se dedica al escándalo de forma profesional. ¿Esto es lo que queremos? ¿Esto es lo que merecemos? Personalmente, siento vergüenza por lo que vi ayer en la pantalla del televisor. Y me temo que si alguien no siente eso mismo es que tiene un enorme problema.