Al César lo que es del César, julio

Image
28 jul 2018 / 21:43 h - Actualizado: 28 jul 2018 / 21:44 h.
"La trastienda hispalense"

Julio anuncia su ocaso, hirviendo la olla de su candencia con el poder de sus límites, avisándonos de que nos preparemos para la caló cinco estrellas que está llegando, la majestad infinita del aliento que desparramará el astro rey sobre la tierra.

Julio expira, como el Cachorro en el Zurraque, con sabor a cucaña y a verdes avellanas. La Velá por antonomasia de Sevilla que el barrio de Triana le ofrece a la Señá Santa Ana se va sobre las aguas del río despidiéndose del viejo arrabal hasta el año próximo. Importantes manifestaciones populares y tradicionales festivas, dedicadas al nieto de Joaquín el Alfarero y a la grandeza de su madre María, tendrán que acontecer para que de nuevo aparezca Santiago, a grupas de su caballo blanco, ondeando el estandarte del reino de la soleá y del quejío, gritando «¡Viva la Velá de Santiago y Santa Ana!».

Mientras tanto, agosto se acerca triunfante, como su creador Octavio Augusto, sobre un carro de rayos solares que amenazan abrasarnos en cuanto asomemos nuestros pasos fuera de las umbrías recoletas de nuestras calles y plazas. La fresquita, como los sevillanos llamamos al espacio horario en el que el astro rey se pone el pijama para irse a descansar, es el sueño diario de todos los que sentimos el infierno sobre nuestras cabezas estriñéndonos la piel y atiborrándonos de cerveza helada, a ser posible de la Cruz, y gazpacho fresquito de maja y lebrillo, a la usanza hispalense de nuestras abuelas.

Agosto viene, como siempre, acompañado de las Perseidas o lluvia de estrellas que descenderán de los cielos con el nombre de Lágrimas de San Lorenzo entre fanfarrias de cornetas y tambores que la Banda del Sol hará resonar sobre esta tierra mariana que, desde el día 4, rendirá honores de besamanos y novena a la Santísima Virgen de los Reyes, a la que Sevilla, en honor de su festividad, canta: ¡Algo tendrá esa Señora para que todos seamos tan fieles a su corona! ¿Qué tendrán esas campanas que nos llaman y despiertan al alba de la mañana? ¿Qué tendrán esos tañidos, para que, andando, vayamos guiados por sus sonidos? ¿Qué es lo que tendrá ese día, el de la niña bonita, de agosto para María? ¿Qué es lo que tendrá esa puerta donde Sevilla, en silencio, está impaciente por verla sin más normas ni más leyes que las que dictó Sevilla con sus legiones de fieles? ¡Que Dios te salve, Patrona, Virgencita de los Reyes!