Alfonso Albacete: las razones de la pintura en el CAAC

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01 mar 2019 / 08:09 h - Actualizado: 01 mar 2019 / 08:11 h.
  • Fotos: Teresa Lafita
    Fotos: Teresa Lafita

En 2019 se cumplen 40 años de la “consagración” definitiva al mundo del arte, de Alfonso Albacete (Antequera, Málaga, 1950), y para ello el CAAC lo celebra con una Antológica que sintetiza lo que ha podido ser este un autor, llamado a ser uno de los mejores representantes del arte español si tenemos en cuenta su edad y su trayectoria, que por una parte sigue a la generación de los nacidos décadas antes (y que están en el imaginario de los que se sienten interesados por el arte), y por otra, por el hecho de que él mismo va a convertirse en una bisagra, teniendo en cuenta los que han venido después, prosiguiendo en el convencimiento personal de decantarse por la Pintura, esa elección voluntaria por seguir en ella (ante el avance de las numerosas artes vivas), y por estar y ser en el hecho mismo de lo que significa pintar para expresarse.

He dicho “consagración” en el sentido vocacional, de opción vital, de dedicarse a esta disciplina artística que le ha exigido permanecer en ella, recorrer un camino que inició años antes -concretamente en 1972 cuando hace su primera muestra pública- y tiene su punto de inflexión precisamente en el 79, cuando de una manera decidida abandona su título de arquitecto para decantarse por los pinceles, considerando aquí -o teniendo en cuenta- que a partir de ahora su arquitectura va a ser pintada, no edificada; que va a fingir la espacialidad de interiores o paisajes ciertamente presentes en muchísimas de sus obras.

Esta será, la presencia de la arquitectura junto a un estudio profundo del color -sus contrastes, gamas y matices- dos de las constantes principales que fundamenten su expresión formal, la manera de su propio estilo o representación, y le definan hasta ahora. Arquitectura proyectual pintada que no se constriñe al dibujo técnico del plano, a la frialdad de líneas y medidas, pero que no olvida ni la perspectiva, ni la escala. Arquitectura que incluye de tres formas distintas: en la distribución habitacional (las divisiones/subdivisiones de un mismo lienzo), en la insinuación de edificios que distribuye por medio de pinceladas geométricas a lo largo y ancho del cuadro, y por el bodegonismo que incluye en ellos donde se explaya en los aspectos afines a la volumetría de las formas. Arquitectura que se prolonga en dípticos o que semeja un retablo políptico por el juego de ejes que establece.

Otra característica de Alfonso Albacete, será el análisis que hace de la historia de la pintura. Una historia que puede comenzar para él en todo lo que ha leído, oído, estudiado o visto en sus numerosos viajes y visitas a museos, en el Renacimiento europeo, y que puede continuar con la dicción que ha captado “a su manera”, de los pre y post impresionistas, de los luministas, puntillistas, de los cubistas, de los expresionistas cromáticos y abstractos, de la figuración pop, y de todas las lecturas que queramos incluir en él, a quien desde luego se le nota muchísimo esta preocupación que ha tenido y sigue teniendo por indagar en esta metodología, que es tanto ciencia como arte al tiempo.

Una cuarta, se situaría en la predilección que tiene por captar la atmósfera de los lugares habitados, vividos por él, aquellos que hizo suyos intentando captar la luz -la diurna y la nocturna, las estacionales,...- y en cierto modo por esto mismo también, pueden ser entendidos como constituyentes de un diario plástico. Una cierta autobiografía en la que sin duda habría que incluir sus autorretratos: los lugares en donde él mismo se incluye: en la amplitud de sus ya numerosos talleres, en los jardines que pudieran evocar los andaluces o los huertanos, en aquellos lugares en los que esboza o insinúa en la figura humana como pretexto.

La exposición, comisariada por Mariano Navarro y extraordinariamente montada, permite hacer un recorrido cronológico por el periplo existencial y pictórico de Alfonso Albacete, permitiendo hacer un análisis de sus procedimientos, las diferentes técnicas con las que ha tratado el óleo: más diluido, aplicado con dripping, más matérico para los detalles,...y en definitiva, abrir y cerrar un círculo que recopila los temas más significativos de su producción, el conjunto de series que ha ido delimitando en su carrera y nos reconcilia con ese arte que dicen nació en Altamira. ¡Enhorabuena!