Anti sevillanismo militante

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17 jul 2021 / 12:50 h - Actualizado: 17 jul 2021 / 12:54 h.
  • Anti sevillanismo militante

Ni se enteran ni se quieren enterar, muy cómodos en sus mayorías, hasta en las minoritarias, con lo bien que estaría que fueran más vivos con el interés general y menos con el partidista. El amigo Antonio Burgos cumple un principio andaluz fundamentalísimo: los andaluces tenemos la facultad de nacer dónde nos da la gana. Andalucía es una filosofía. Y que no se pierda, que es compatible con progreso como ha probado la historia. Porque los andaluces somos de los más universales, y a mucha honra. El magnífico periodista es gaditano, nacido en Guadalcanal, criado y vecino de Sevilla. Como autor de letras de canciones, algunas de bastante éxito, suyas son las habaneras que cantó Carlos Cano, cuatro, aunque sólo una se haya hecho célebre. En ello “algo” ha tenido que ver el anti-sevillanismo militante, que ha popularizado la de Cádiz, menos por el merecido encanto de la vecina de la Bahía (aunque también) que por la obsesión de ocultar Sevilla, misión todavía intentada por muchas instituciones y en particular por la Consejería de Turismo y Canal Sur, dónde sigue estando mal visto, incluso después de haberse levantado la prohibición expresa reinante bastantes años.

El anti-sevillanismo es anti-andalucismo, como si fuera anti-jaenismo, anti-alcalaísmo o cualquier otro “anti”. Quien ataca cualquier rincón de Andalucía ataca a Andalucía. Los anti-andaluces, al elegir Sevilla buscan un símbolo con que romper Andalucía. Podría haberle tocado a otra, pero pusieron aquí la diana ¿para qué trasladarla? Eso es lo malo. Peor es que el Ayuntamiento ¿sevillano? Lo apoye por dejadez, apatía e incapacidad para comprender los valores de esta ciudad, en tanto las ideas no hayan salido de su limitado intelecto. No es gracias a ellos que esta ciudad sea la única a la que se han dedicado más de setenta canciones, desde Lope de Vega hasta hoy. La Habanera de Sevilla de la serie Carlos Cano/Antonio Burgos, es la mejor poesía, la más delicada y musicalmente la más armoniosa, con una combinación perfecta, sin choque alguno, entre la habanera, tranquila, y las sevillanas del estribillo. Pero el homenaje a Antonio Burgos no se lo ha hecho Sevilla. Y el poeta merece un reconocimiento: la canción, él y Carlos Cano no merecen el olvido de la ciudad a la que dedicaron una de sus mejores piezas musicales. Sevilla ha sido gracias a ellos un compendio de Andalucía y de la Andalucía del otro lado del Atlántico. Un valor que el Ayuntamiento todavía está a tiempo de comprender y un olvido que aún puede reparar.

Por desgracia no podemos confiar, ojalá. Sevilla es la ciudad con peor suerte del mundo en sus corporaciones, ya podríamos perder ese mal fario de la incompetencia. No sirve el consuelo de “mal de muchos”, que Antonio no es tonto. Pero no es este el único olvido. Se olvida la tarasca, invento sevillano; se olvida la influencia en América, con lo que supone; se olvidan las treinta y seis Sevilla repartidas por el Continente y Filipinas. Se olvida reclamar las obras de arte “susllevadas” a los museos madrileños y a la puerta del Congreso. Se olvida el valor patrimonial de Sevilla, un aliciente para los muchos, de dentro y de fuera. Se olvidan el río, los puertos deportivos que malogró el partido... No hay sitio en un artículo para tanto maldito olvido.