Pasa la vida

Aplace hasta julio el copicheo molón de diciembre

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
13 dic 2020 / 09:40 h - Actualizado: 13 dic 2020 / 09:41 h.
"Pasa la vida"
  • Aplace hasta julio el copicheo molón de diciembre

España se encamina a sus inercias navideñas con un número de personas fallecidas desde marzo a noviembre que supera en más de 80.000 las del mismo periodo en 2019. Conformen avanzan los análisis realizados desde organismos estatales como el Instituto Nacional de Estadística y el Instituto de Salud Carlos III sobre la mortalidad en España desde que emergió la pandemia, para discernir quién murió por coronavirus directa o indirectamente, más obsoleta es la cifra que el Ministerio de Sanidad utiliza a diario como base para adicionarle las notificaciones de nuevos decesos, y que a 11 de diciembre contabiliza 47.624. Es la mayor catástrofe en un país como el nuestro desde 1936, a causa de un virus que los seres humanos se contagian entre sí sobre todo cuando están muy cerca físicamente, y en los mediodías de sábado o domingo soleado sigue habiendo algunos grupos de adultos arracimados a pie quieto y sin mascarilla dialogando codo con codo, con un vaso o copa en la mano, junto a la puerta de un bar. Como de costumbre. Qué insensatez, y a cuánta distancia mental están del compromiso que a todos nos concierne para evitar el riesgo de contraer o propagar el covid, que tantas vidas está sepultando o desquiciando.

Felicito a los grupos de hombres y mujeres que conversan con la mascarilla puesta, sentados alrededor de un velador o de pie junto a una mesa alta, teniendo por delante las consumiciones que han solicitado, y quitándose la mascarilla solamente los breves segundos necesarios para ir bebiendo y comiendo. No solo están cumpliendo cívicamente las normas de salud pública decretadas sino que demuestran cómo es posible compaginarlas con la socialización necesaria para confraternizar de vez en cuando en persona sin telecomunicaciones de por medio. Y quienes se quitan y se ponen seis o diez veces la mascarilla durante el desayuno, el tapeo, el almuerzo o la merienda, y acto seguido vuelven a seguir conviviendo y hablando con la nariz y la boca tapadas, no sufren por ello ni luxaciones de hombro ni pinzamientos de codo ni tendinitis de muñeca.

Ya he glosado en anteriores artículos que los sectores empresariales y laborales más perjudicados en España por las restricciones a la actividad presencial y masiva deberían tener el mismo respaldo gubernamental que en países como Alemania y Francia para ayudar a su supervivencia mientras están inactivos la mayor parte del tiempo durante 15 meses, de marzo de 2020 a junio de 2021. Y al enorme gremio de la hostelería no le consuela saber que los hay en situación aún peor, como los feriantes, como los artistas y técnicos de espectáculos. Echo en falta que quienes regentan o atienden al público en la hostelería no incorporen en su amable saludo inicial el encarecido ruego de cumplir con las precauciones más básicas respecto al coronavirus. Y decir que es por la salud de todos y también por el porvenir de las empresas y empleos de hostelería. Eso también ha de comentarse, y recordarse, a quienes les piden una bebida en la barra para arremolinarse de pie sin mascarilla junto a la fachada del bar. Los hosteleros han de quitarse de la cabeza que dirigirse cortésmente hacia esas personas para el cumplimiento de las normas es cosa de aguafiestas y que así espantarán a la clientela. No. El espanto que hemos de evitar entre todos, y obviamente no solo en la hostelería, es retroalimentar una y otra vez la ola de contagios, que además de un reguero de muerte induzca una y otra vez a la prohibición tanto de viajar como de mantener abiertos los establecimientos de comercio y ocio.

España está comprando muchos menos décimos de la popular Lotería de Navidad. Pero está acaparando demasiadas papeletas para que le toque un invierno calamitoso por culpa de los ciudadanos irresponsables que no controlan sus propios comportamientos y juegan al copicheo molón de diciembre como preludio de los encuentros familiares de Nochebuena y de Reyes. Si de verdad quieren a sus padres y abuelos, aplíquense una cuarentena de copas sin mascarilla y compren los regalos cuando menos afluencia haya en las tiendas.