¿Aprenden los niños inglés en el colegio?

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21 sep 2021 / 10:16 h - Actualizado: 21 sep 2021 / 10:25 h.
"Opinión","Educación"
  • ¿Aprenden los niños inglés en el colegio?

Todos los padres que llevan a sus hijos a academias de inglés están demostrando, evidentemente, que no creen en el sistema educativo. Pillados. Y, además de no creer, están distorsionando el sistema. (Ya sé que les da igual el sistema educativo, que lo importante son sus hijos...).

No creen en el sistema educativo porque tienen más que comprobado que después de 15 años en centros educativos (3 de Infantil, 6 de Primaria, 4 de Secundaria y 2 de Bachillerato) ¡nadie sabe inglés! Y es razonable. Yo, no es por na’, pero si yo estuviera yendo 15 años a una mina en la que me han asegurado que hay oro y después de 15 años picando no tuviera na’, sería para ir, tranquilamente, poner una bomba y hacer saltar el negocio por los aires, y bastante cabreado, por cierto.

Aquí en España... nos reímos. «¿Inglés?, ¿que si sé inglés? Pues, la verdad, ji, ji: no» o «Nivel medio», que es saber preguntar en un hotel a qué hora es el desayuno mañana, y poco más.

¿Y alguien ha protestado? ¿Cuándo ha sido la última manifestación de «Damnificados escolares» que van a la puerta de la Delegación con pancartas para gritar: «¡Estafadores: 15 años y no nos habéis enseñado nada!». Ah: nunca. Muy bien. A lo mejor en otras asignaturas se ha llegado a la conclusión de que no hay que «saber», hay que «divertirse conviviendo con la materia y los compañeros». Pero en Inglés a lo mejor habría que aprender, ¿no?

Y los padres que llevan a sus hijos a academias de inglés producen, a su vez, un efecto distorsionante colateral: la profesora del colegio o instituto observa cada día cómo unos cuantos niños de cada clase entienden muy bien lo que ella explica. Y pensará: «¡Qué torpe el resto, ¿no?!». ¡Pues no, señora, es que van a una academia por las tardes porque desconfían de usted y de su centro! Y esos que usted ve que sacan buenas notas no es por su mérito de usted sino porque ¡como desconfían de usted, tienen que conseguir fuera lo que aquí no consiguen! Y eso, además, produce un problema extra de no menor tamaño: que los niños que ven que otros van mejor que ellos, que entienden antes, que pronuncian mejor, deducen (porque no conocen el contexto) que ellos son más torpes. O sea, que llevando a los niños a academias de inglés o poniéndole profesores particulares producen el efecto rebote de afectar a la línea de flotación de la autoestima del resto. Podríamos decir que esos niños van dopados a clase y tienen que competir con niños «normales». ¡Y los profesores no se dan cuenta! «Yo a todos los niños los evalúo por igual». Pues ese es el problema, señora.

El fracaso de la Educación no es de hace tres años ni de diez ni de veinte. Entiendo que es difícil enseñar con esos números de alumnos y esa cantidad de asignaturas. (Ahora los profesores están gritándome: «¡Nos faltan medios!»). Vale, lo que sea, pero no me hundas la autoestima de los que no van a clases particulares.

Los padres seguimos siendo unos ingenuos que creemos en que en sus colegios les van a enseñar... Si han declinado enseñarles que avisen, que lo apuntaremos a clases particulares de Matemáticas, Lengua, Ciencias, Inglés... (Ya hay mucha gente que hace eso...).

Por cierto: ¿en Educación se han enterado ya de que hay aplicaciones de traducción simultánea y móviles que capturan una imagen en cualquier idioma y la traducen según la ven? A ver si estamos enseñando a los niños a montar a caballo con mucho esfuerzo cuando un tal Henry Ford está empezando a producir coches en producción en cadena... (Se entiende la analogía, ¿no?).

Siento una frustración inmensa por las miles de horas que he dedicado en mi vida a estudiar inglés. Luego, a los 27 años me fui a Estados Unidos y en unos meses me puse a nivel. Luego volví y por más que durante años he estado en clases de inglés y de conversación, se va olvidando y olvidando y olvidando. Es una hucha con un agujero en el fondo llamado «tiempo».

Por si fuera poca la pérdida de tiempo, ahora estudian también francés. Quieren que sean ¡trilingües! Mientras, los dueños de las academias de idiomas se frotan las manos: venden la sustancia que nunca se termina de aprehender.