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Desde la espadaña

Asuntos sociales y preocupantes

Que nadie crea en la autenticidad de Sevilla con imágenes, cada vez más abundantes, de indigentes formando largas colas en los comedores sociales o haciendo de la calle sus dormitorios.

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13 oct 2020 / 07:30 h - Actualizado: 13 oct 2020 / 07:31 h.
"Desde la espadaña"
  • Asuntos sociales y preocupantes

Dentro del mundo bullanguero con el que se despierta Triana son ya varias semanas en las que podemos observar como el comedor social de Pagés del Corro se ha convertido en una fuente de personas que llevan a sus espaldas una lucha diaria no menos trágica que la de los pobres hurdanos. Pasear por esta calle durante las mañanas se asemeja a los primeros exploradores que visitaron las Hurdes, esa región española que era la vergüenza de España. En aquellos días, los hurdanos decían que allí no había ni pan y que su único y general sustento eran las patatas asadas entre dos piedras. Ese era el remedio para la hambruna. Por entonces, no se había descubierto el tema de los Asuntos Sociales, pero en pleno siglo XXI no es de recibo ver estas imágenes. No pediré que los comedores sociales se llenen de menús con muslos de pavo o se coma con tenedores de marfil, pero sí que, a la vista de la indigencia creciente que estamos viendo en Sevilla, los Asuntos Sociales de este Ayuntamiento no sean una válvula de escape tan romántica como irreal con los casi 77 millones de euros destinados a este fin del presupuesto municipal.

Sevilla no puede ser dominada por el pasotismo y la dejadez cuando se ven estas imágenes no sólo en Pagés del Corro sino en una Plaza Nueva inundada de indigentes por las noches o últimamente en un Mercado del Arenal que se ha convertido en el Hostal Royal Manzanares por parte de los “sin techo”. El áurea de esta ciudad está tristemente salpicada por una extraña sensación de vieja ciudad cuando nos asomamos a estas personas que no son más que miles de tristes historias a las que debemos dar una solución. Si somos solidarios de verdad también debemos serlo con estos rostros, cuerpos, piernas y hombros que deambulan por las calles de Sevilla cada vez en mayor número. Y permítame decirle que de esto debe encargarse mayoritariamente los Asuntos Sociales del Ayuntamiento y no pensar que solucionamos el problema con un vehículo municipal repartiendo caldos de avecrem a medianoche porque a este problema creciente en la ciudad hay que sumarle el lógico cabreo del vecino porque se crea inseguridad, suciedad, preocupación y una imagen penosa para la ciudad.

Lo que no logro entender es como una Sevilla abonada a los programas o como diría el alcalde sevillano “impulsamos otro proyecto” (aunque después ninguno salga adelante), en esta ciudad no se hace un verdadero, serio y eficaz programa de Asuntos Sociales. Ya me gustaría que más de uno de estos responsables municipales abriera sus cortinas y se despertara con todos estos “sin techo” al otro lado del cristal para que se diera cuenta que lo que se hace hasta ahora no funciona. Ya sólo queda la vuelta del comedor social del Pumarejo y volveremos a sacarlo en el noticiario; es sólo cuestión de tiempo.

Saquemos de las calles a estas personas que necesitan nuestra ayuda; pero de la verdadera. Es necesario llevar a cabo un programa de incorporación al mercado laboral recabando sus perfiles laborales e inclusive contactando con empresas que necesiten de sus servicios.

Comprobar cómo en esta ciudad crece el nivel de indigencia y las colas en comedores es un signo de verdadera pobreza en todos sus sentidos. Por eso, cuando un demandante de los Asuntos Sociales municipales acude para pedir ayuda se encuentra que acaba de salir en forma de balón a la cancha de un campo de fútbol. No estaría de más proyectos como casas de acogida, mediaciones para un alquiler, intervención sociolaboral para personas discapacitadas, mediaciones interculturales o una alternativa de alojamiento para mujeres con cargas familiares. En fin, son tantas y tantas las variantes que podrían dar buenos resultados que deberían intentarse porque lo peor que nos puede ocurrir como ciudad es que esto no le interese a nadie.

Quieran o no, la indigencia creciente en Sevilla crea dolor en los afectados y una angustia entre los vecinos de las zonas afectadas. El tsunami de la crisis económica del COVID-19 está enseñando ya sus credenciales y, ante esto, todos, incluido nuestros responsables municipales, no podemos pensar que los dioses del Olimpo están tranquilos y que todo en Sevilla es reposo, armonía y serenidad. Vamos a irritarnos cuando veamos largas colas en los comedores o dormitorios improvisados en nuestras calles. No seamos esculturas modernas con este tema cada vez más preocupante en la ciudad y que nadie recele de sus responsabilidades ni menosprecio cuando se enfrente a estas imágenes porque lo que puede ser un pasatiempo en la calle realmente es arrancar la identidad de una ciudad que quiere ser grande en España.