Audaces prudentes o fatuos temerarios

Image
Juan Luis Pavón juanluispavon1
01 jun 2017 / 21:16 h - Actualizado: 01 jun 2017 / 21:19 h.
"Pasa la vida"

Es momento de audaces prudentes o de fatuos temerarios. Para luchar por lo evidente o para darnos un tiro en el pie. Cuando los presuntos conservadores como Trump no quieren conservar limpios en el planeta ni sus pulmones, y cuando los presuntos revolucionarios como Iglesias ponen de ejemplo laboral a los estibadores que vetan a cualquier trabajador ajeno, mucha gente se deja embaucar por el pesimismo. Ante cualquier dislate inmovilista, tiende a pensar que no hay manera de cambiar la vida a mejor. Cuando en realidad es lo que más hacemos, ya sea en asuntos locales o en desafíos globales. Ciertamente, solo avanzamos a trancas y barrancas. Porque la mayor barrera está en nosotros mismos. Cuando cambiamos de mentalidad y de actitud, con la lucidez de unos ante la confusión de otros, cada taifa otrora inabordable se desmorona cual castillo de naipes.

Con toda naturalidad, merced a la audacia prudente, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, ha sido el presentador del libro ‘Le perdono, padre. Sobrevivir a una infancia rota’, de Daniel Pittet, en el que su autor testimonia los abusos que sufrió, cuando era un chaval, a manos de un cura pederasta. Y el cardenal Blázquez asevera: “Este libro es un ejercicio de verdad, después de tantas ocultaciones y sufrimientos”. Dentro de unos años, quien vea en internet referencias a ese acto, considerará que se está destacando algo obvio. Costará entender que, durante siglos, la actitud de la jerarquía eclesiástica ha sido la contraria a lo natural, que es ponerse de parte de las víctimas.

También cabe calificar de audacia prudente la victoria de la arquitecta Cristina Murillo en las elecciones al decanato del Colegio de Arquitectos de Sevilla. Una profesión con tantas mentes lúcidas y, sin embargo, como corporación gremial, se ha comportado de modo pueblerino y estaba totalmente desacreditada con Ángel Díaz del Río blindado en la poltrona durante 16 años porque la mayoría de sus colegas se lo permitía. También, dentro de muy pocos años, extrañará escuchar que lo normal durante los primeros lustros del siglo XXI en un colectivo como éste era el silencio en público, la falta de candidaturas alternativas y el pasotismo cuando llega el día de la votación.

Sí, el sentido común está, y se le espera. También en esta época de confusión generalizada, donde más del 80% de la población, en países como Estados Unidos o España, no distingue una noticia falsa de un hecho cierto. Bien lo saben los artistas del movimiento ruso Chto Delat, disidentes de izquierdas respecto al venenoso capitalismo del presunto comunista Vladimir Putin, rotundo ex jefe de la KGB. La exposición de Chto Delat ‘Cuando pensábamos que teníamos todas las respuestas, la vida nos ha cambiado las preguntas’ es digna de ser vista en el sevillano Monasterio de la Cartuja por todo tipo de personas. También por los taxistas mayoritarios que subordinan el rumbo de su profesión a lo que marcan una minoría de colegas mafiosos. Y, por supuesto, por todos los arribistas que medran en las organizaciones políticas con ‘fuego amigo’ y no se dan cuenta de que, antes o después, su osada ignorancia no podrá guarecerse en las cortinas de humo y su rictus de fortaleza quedará retratado como temeraria estampa de la vacuidad.