Caramelo: toro colorado, ojo de perdiz

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07 nov 2020 / 04:08 h - Actualizado: 04 nov 2020 / 09:11 h.
  • Caramelo: toro colorado, ojo de perdiz

Varios toros con esa denominación, constan como celebres, en la historia de la tauromaquia.

Nos referimos a uno lidiado con ocho años, de la ganadería del Marqués de Saltillo, que se toreó en Cádiz el 17 de junio de 1867. Rompió cuatro garrochas de las 27 varas que recibió y mató a nueve caballos. Fue picado por Juan Gallardo (padre) que resultó herido en una de las caídas del caballo, por Pinto y Curro Calderón; en banderillas Nicolás Baró y Mateo López se enfrentaron a un toro resabiado, fue lidiado por José María Ponce y Almiñana. A pesar de la petición de indulto para el astado, este no fue concedido, el torero resultó herido levemente al entrar a matar.

.Caramelo, del marqués del Saltillo, fue lidiado en Cádiz el 17 de junio, en una corrida en la que torearon Antonio Sánchez (Tato) y José Ponce. De bonita lámina, colorado, ojo de per-diz, de chato hocico, bien puesto de percha. Con ligero color a caramelo la misma. Cuando se lidió tenía ocho años y nueve hierbas (primaveras). Salió aquella tarde en segundo lugar. Tomó 27 varas rompió cuatro garrochas, dio siete caídas espantosas, una a Gallardo, que se retiró a la enfermería con graves contusiones en un brazo, y otra al reserva, contra las tablas, que le dejó sin sentido; mató nueve caballos, y salía tan fuerte de la suerte, que siempre a quien acudía al quite le hizo saltar la barrera. Con lo dicho se apoderó por completo del ruedo.

Cuenta la prensa de la época que «se quedaba como dormido sobre los caballos, pero que después llegaba a las tablas detrás de los toreros antes que ellos.» Nicolás Baro y Mateo López pasaron grandes fatigas por haber aprendido el toro ; pero los dos lo hicieron muy bien, y fueron muy aplaudidos por un gran par de banderillas al cuarteo, Baro y por un par excelente al sesgo, Mateo López. Al llegar al tercer tercio el público pidió que se perdonara la vida a un animal tan bravo y tan duro al castigo. La presidencia no accedió. Ponce, que estrenaba un bonito vestido azul y plata, requirió los avíos de matar, comprendió que el toro se fijaba más en el diestro que en el engaño y que le encerraba en tablas si trataba de fijarlo, trató de matarlo a toro pasado. La expectación en el público era mucha, dándose cuenta del peligro en que se hallaba José Ponce. El torero, con gran arrojo, aprovechó una oportunidad, se envalentonó con él y le dio una gran estocada en todo lo alto.

El toro enganchó al diestro por el brazo derecho, dándole un puntazo en la cabeza y un varetazo en el brazo, derribando y haciendo por él, lo que no pudo hacer por caer justo muerto junto al torero. Éste, al levantarse, dio una patadita al toro, diciendo: « ¡Pícaro!», y fue a la enfermería en medio de una gran ovación. Toro sobresaliente.

José María Ponce y Almiñana, nacido en 1830 en Cádiz fallecido en Lima (Perú) en 1872 por cogida de toro a los 42 años.

Tomo la alternativa en 1859 en Sevilla, padrino Desperdicios.

Era de oficio carpintero.

No te molestes, José María, en cortejar a mi hermana, porque ésta no puede casarse sino con un torero. Le indicaron sus cuñados banderilleros. Y se hizo torero.