El fútbol es un fenómeno de masas que trasciende el plano deportivo y quizás sea una de las manifestaciones antropológicas en las que mejor se retrata una sociedad. El marxismo diría que el proceso de alienación en torno al fútbol es el perfecto caldo de cultivo para generar sociedades idiotas, en su sentido etimológico, sociedades que sólo ven y hablan por el fútbol. ¿Quién no conoce a alguien que sólo siente de la manera del equipo, sus colores o sus ídolos?, sinceramente creo que así de idiotas somos y así de idiotas nos quieren.
Sin ir más lejos, el sábado, con el genial partido de la selección española frente a Italia, asistimos por medio del fútbol de la selección a una nueva versión de cruzada anticatalana; eso me parece y me explico. El nacional-españolismo –perdón por la retórica– desde hace tiempo encuentran en Piqué al cachirulo en el que plasmar los chiflidos contra lo que ellos entienden que huele a catalán dentro de lo español. Piqué es chiflado no como jugador de la selección sino por ser considerado como catalán y antiespañol. El sábado TVE en cada una de las entrevistas dedicó incluso más tiempo al tema de Piqué que al desarrollo del partido, no dejando pasar la oportunidad de seguir planteando en clave de confrontación la dantesca e injusta situación. Parece que para algunos Piqué simboliza la Cataluña independentista y el público que chifla al españolismo uniforme. Seguramente, ante tanto chiflido, un día Piqué se niegue a jugar en la selección y los que chiflan se rasguen las vestiduras acusándolo de traición. Otros lo echaremos de menos.