Un familiar cercano, con 61 años e incapacitado ya para seguir trabajando en lo suyo, la fontanería, por motivos de un accidente, se fue hace unos días a la Seguridad Social para ver si se podía prejubilar y le dijeron que no, que hasta los 64 años y si tenía 38 cotizados. Ahora cobra, dado de baja, unos seiscientos euros al mes y en su casa son cinco personas. Trabaja desde los 11 años, aunque ha cotizado solo 35, porque, como ya sabemos, los niños esclavos no cotizan. Le ha sorprendido que no le cuente el año y medio del servicio militar, el tiempo que estuvo secuestrado por el Estado español. Menos mal que ve poco la televisión y que apenas lee los periódicos, porque si anda rebelado con este asunto, qué no se le pasaría por la cabeza si supiera cómo se jubilan los políticos y otros privilegiados, algunos sin darle un palo al agua. Si esto es lo que le espera a mi hermano después de llevar cincuenta años trabajando, ¿qué les esperará a los centenares de miles de jóvenes que no pueden acceder al mercado laboral y que, con 25 o 30 años, aún no cotizan? ¿Coger una faca y echarse al monte?