Contra la barbarie machista, feminismo

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Pepa Violeta Pepavioleta
21 sep 2019 / 16:04 h - Actualizado: 21 sep 2019 / 16:05 h.
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Un verano sangriento, una clase política que niega la violencia de género, una justicia patriarcal que no hace justicia, cuatro asesinatos y cuatro huérfanos/as en menos de 24 horas (treinta niños/as han perdido a sus madres ya en lo que llevamos de año) y Andalucía a la cabeza, en la lista de crímenes machistas registrados por comunidad autónoma en 2019. Esta es la radiografía de un país que no acaba de despertar, que sigue normalizando la violencia y con altas dosis de demagogia barata pretende convencernos que vamos avanzando.

Muchas razones nos han llevado a las feministas esta semana a ocupar de nuevo las calles, hemos gritado a la misma hora desde todas las capitales de provincia con tanta fuerza, que seguro esa energía ha movido algo en otra parte del mundo. Lo sabemos, porque las ciudades estaban llenas de hermanas de otros países, que se han sumado a esta “emergencia feminista” solicitada por un total de 36 colectivos feministas.

Este acto viene a recordar, una vez más, que como dijimos en su momento el feminismo va más allá del 8M. Cada vez que no veamos una respuesta contundente del Estado y la Justicia a los asesinatos machistas, vamos a ocupar las calles. Todas las veces que haga falta, no vamos a cansarnos de gritar y reivindicar la libertad que merecemos. Salimos a manifestarnos por las que ya no están, por nuestras maestras, mujeres de otra generaciones que tampoco se rindieron en su lucha por la igualdad real. Vamos a tomar las calles una y mil veces, porque estos crímenes no pueden quedar impunes. Queremos que cada acción feminista remueva conciencias y que el mundo se entere de lo que estamos permitiendo. Que no sirve de nada hablar de ciudadanía y derechos humanos fuera de nuestras fronteras en convecciones y demás saraos patriarcales, cuando aquí asesinar y violar a mujeres sigue saliendo barato.

Contra la barbarie machista, feminismo

Sevilla, se volcó el pasado viernes en la noche violeta y una marea morada tiñó las calles de una ciudad, que siempre responde con movilizaciones cuando hay que decir BASTA al terrorismo machista. Desde el Palacio de San Telmo hasta la puerta del consulado de México, no pararon de escucharse canciones feministas, gritos de apoyo a las víctimas, velas encendidas y lectura de manifiesto. Mujeres y hombres que creen en la necesidad de declarar el estado de emergencia, ante unos acontecimientos que ponen en peligro el bienestar social, la seguridad de las mujeres y el desarrollo normal de la vida de un territorio. Así lo recoge nuestra Carta Magna. Estos son, según la Constitución, motivos suficientes para declarar el estado de emergencia en un país, pero para este sistema patriarcal por lo visto no son suficientes las cifras de mujeres asesinadas y huérfanos/as que llevamos, para declararlo. Podemos imaginar que hubiera ocurrido si las cifras fueran de empresarios o políticos muertos a manos de grupos terroristas ¿verdad?

La activista feminista Antonia Ávalos, presidenta de la Asociación Mujeres Supervivientes de Violencia de Género, militó una marcha cargada de momentos emotivos que contagiaron el ambiente de esperanza. “Esto ha sido una revolución de los afectos y la ternura. Hemos conseguido reunir a mujeres mayores, estudiantes, madres, activistas, mujeres del cine, periodistas, empleadas del hogar, mujeres migrantes, ecologistas... para denunciar todas estas opresiones que nos atraviesan a las mujeres, un patriarcado que nos humilla y nos condena”.

Como dice Antonia Ávalos, fue un día de emoción, de rabia y de denuncia. Ella lleva muchas marchas y campañas a su espalda, activista incansable, sabe de lo que habla. Tenerla en Sevilla en la noche violeta fue todo un privilegio. Como bien dice, el pasado viernes fue una excusa “para poner la vida en el centro y gritarle al mundo que las mujeres vivas nos queremos”.

Ante la barbarie machista nosotras respondemos con feminismo. Como dice Marcela Lagarde “la cultura y filosofía feminista no es una religión. No somos Iglesia ni buscamos feligresía sino ciudadanía. No buscamos indiferencia dogmática sino creación de pensamiento, discusión, elaboración”.

Contra la barbarie machista, feminismo

No está mal recordárselo a nuestros dirigentes para que entiendan bien de qué vamos las feministas y dejen de inocular miedo, que nosotras nos somos “los malos”. Y hablando de miedo, quizás si habría que hacer un repaso al que sentimos las mujeres en países supuestamente seguros como España. Yo particularmente no acabo de sacudírmelo y con estas cifras aún menos. Como aclara Lagarde “los Estados y las instituciones tienen la obligación de vigilar que el orden social cumpla concretizando derechos. Ese es el poder democrático del Estado puesto al servicio de la ciudadanía y no como sucede en los anti-democráticos, donde la ciudadanía es puesta al servicio del poder”. Por eso, el movimiento feminista exige una transformación del Estado mismo y de la relación que mantiene con las mujeres, como ciudadanas. Una sociedad civil débil e individualista acabará aniquilando nuestras posibilidades de crear espacios donde podamos hablarnos y pensarnos desde nuestras propias identidades, diversas y plurales.

En España, tenemos un serio problema con la violencia hacia las mujeres y es nuestra obligación como agentes de participación, rebelarnos ante la injusticia y además exigir cambios estructurales. Gritaremos hasta quedarnos afónicas. No hemos venido a este mundo para acabar en una cuneta, ni violadas en un portal, ni para que nos soben en el autobús, ni para abrir las piernas cuando nos falte el pan. No queremos vivir con miedo por ser mujer, no queremos ser las próximas.