Crónica de una violación no violenta

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Pepa Violeta Pepavioleta
03 nov 2019 / 11:49 h - Actualizado: 03 nov 2019 / 11:54 h.
  • Crónica de una violación no violenta

El resultado de la sentencia a la violación de una menor en Manresa por un grupo de animales, ha sido esta semana un duro golpe para la defensa de los derechos humanos ( permitir que la mitad de población viva con miedo y sin amparo judicial ante la violencia, es un ataque a los derechos humanos en su totalidad). Considerar esta violación múltiple, abuso sexual porque la víctima no estaba consciente para decir NO a la fila de hombres que decidieron penetrarla sin permiso, describe a la perfección nuestro grado de civilización como grupo social. El movimiento feminista, el único que se ha comprometido históricamente en dinamitar esta estructura injusta y desigual, ha usado la paz como herramienta de diálogo y combate. Pero todo tiene un límite y no vamos a consentir que nos sigan asesinando, violando, utilizando nuestros cuerpos como campo de batalla y esperando a que una panda de machistas con toga nos digan cuándo nos están violando y cuándo no.

Ya está todo organizado para volver a tomar las calles esta semana, pero esta vez será distinto. Demasiada rabia acumulada, mentiras, una justicia que no hace justicia, violencia sistemática del Estado, de quién nos agrede y de quiénes se supone tienen que protegernos. Se nos agotan las fuerzas. No nos dejan más opción que tirar de estrategias patriarcales para tener alguna posibilidad al menos de éxito. El diálogo, la formación, el compromiso, las reivindicaciones pacíficas... se las pasan por el forro. Y otra cosa no, pero tantos siglos de opresión hace que detectemos la mofa de lejos. Ya no se ríen más de nosotras. Hemos dado millones de oportunidades para que el sistema judicial se readapte, para que los/as profesionales que intervienen en estos procesos se formen, para que la clase política cree un marco legislativo que nos proteja... y nos encontramos esta semana con esta resolución. ¿De verdad creen qué esto no va a tener consecuencias?. Audre Lorde decía que no podemos desmontar la casa del amo, con las herramientas del amo, pero díganme ustedes que otras alternativas nos quedan.

Buscar las soluciones a esta pesadilla es fácil si entendemos porqué ocurre. Estamos inmersos/as en una cultura que educa a los hombres a dar cuenta de su masculinidad y virilidad usando el sexo y la violencia. Estamos inmersos/as en una cultura que educa a las mujeres a complacer sin cuestionar, a disfrazar la violencia y a justificar el uso de nuestros cuerpos para el disfrute ajeno. De esta forma tan peligrosa se consolidan las relaciones de poder y los vínculos emocionales entre hombres y mujeres. Opresores y oprimidas. Violadores y violentadas.

Jana Leo en su libro “Violación, Nueva York” que recomiendo para entender cómo las ciudades se contagian de la violencia sexual propia de una cultura predatoria, hace una reflexión muy clara “la violación no es un hecho aislado, sino un delito habitual. El mito de que los agresores son psicópatas es falso. Los hombres violan porque quieren sexo y lo quieren ya”.

Jana sufrió una violación y este relato ayuda a entender la soledad y el miedo en los que se encuentran sumergidas las víctimas. Miedo, todo el imaginable: a que no te crean, a no poder llevar una vida “normalizada”, a seguir sufriendo violencia incluso después de haber sido agredida, a vivir en un mundo en el que sabes que no serás protegida ni respetada, porque eres mujer.

Somos muy conscientes de cómo trata el sistema a las mujeres: como mentirosas que se inventan violaciones, como mentirosas que se inventan agresiones para meter en la cárcel a sus parejas y obtener una prestación. Y entre el sufrimiento acumulado y las lagrimas atragantadas, tenemos que hace acopio de pruebas que demuestren en un juicio que no mentimos. ¿Qué delito recoge nuestro Código Penal en el que hay que demostrar que la víctima no miente?.

¿Presunción de inocencia para todos excepto para las que denuncian una violación o una agresión?. Entiendo que tenemos que estar a punto de morir para que nuestra denuncia sea tomada en serio.

Así está diseñada la justicia en nuestro país, una camada de machistas cómplices a los que hay que explicar cuántas veces dijimos NO, antes de que nos penetraran y cuánto alcohol habíamos ingerido. Sin olvidarnos de ser lo suficientemente avispadas, para llegar al juicio tan hechas polvo, que no deje lugar a dudas que tras la violación somos incapaces de llevar una vida normal. Quizás, montado todo este circo nos queda alguna posibilidad de que nos crean y la justicia no salga por la misma puerta por la que hemos entrado nosotras.

No se hasta dónde vamos a llegar, pero está claro que la resolución al juicio de Manresa, acaba de marcar el punto de inflexión. Pepa Bueno lo dice muy clarito “si te roban y estás borracho es un robo, si te matan y estás borracho es un crimen, pero si te violan y has bebido, no es violación”.

Hablar de violencia implica hablar de sumisión “esta violencia no es causal, el factor de riesgo es ser mujer. Las víctimas son elegidas por su género. El mensaje es dominación: confórmate con tu lugar. La violencia contra las mujeres es primordial para mantener esas relaciones políticas en el hogar, en el trabajo y en todas las esferas públicas”, así lo argumenta Lori Heise y no podemos estar más de acuerdo con ella.

En el siglo XXI seguir discutiendo sobre los derechos de las mujeres es demencial.

No queremos ser resilientes, ni valientes, ni rebeldes. No queremos lo que el patriarcado ha construido para nosotras. Vamos a tomar la libertad que nos sigue negando esta mafia y vamos a construir hogar, uno en el que no puedan hacernos daño.