La Tostá

Cuando solo nos queda el cante

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
09 nov 2020 / 08:07 h - Actualizado: 09 nov 2020 / 08:09 h.
"La Tostá"
  • Cuando solo nos queda el cante

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Uno de mis cantaores preferidos es Tomás Pavón, el pequeño de los dos hermanos de la Niña de los Peines. Nació en 1893 en la calle Leoncillos, de la Puerta Osario, y murió en 1952 en la Plaza de la Mata, en la Alameda, de cáncer de pulmón. Tres o cuatro días antes de morir medio hundido en el colchón, sin voz, blanco como la cera y con la vista perdida, alguien le preguntó sentado en el filo de la cama: “Tomás, ¿qué te gustaría llevarte?”. Y el genio, sonriendo, le respondió: “El cante, mi cante. Cuando ya no te queda nada, tienes el cante”.

Quien le hizo la pregunta fue el Perlo, hijo de la Perla de Triana, comadre de la Niña de los Peines. Tomás nunca tuvo nada suyo, solo el cante. Cuando su médico, el que lo operó de las cuerdas vocales, le exigió que se llevara un año sin cantar, se iba todos los días a pescar a la Barqueta para no escuchar a nadie cantiñear en las tascas de la Alameda. Cogía sus cañas de bambú que él mismo hacía, se colocaba una gorrilla blanca y cogía Calatrava arriba hacia el río. Dicen que hablaba solo mientras la boya esperaba la picada de los barbos. Que hablaba de cante y que recitaba letras por soleá o seguiriyas. Y que alguna vez le oyeron cantar a media voz, con melismas amargos, esta soleá de Cádiz que nunca grabó:

En el espejo del río

se está mirando mi cante,

cuando vienen los navíos, ay,

se riza el agua al instante.

Salvando las distancias, porque soy lo menos que se despacha en cantaor, digo como Tomasito; que cuando no tenga nada, me quedará el cante. En realidad es lo que me está pasando ya. Que no tengo ganas de levantarme, canto. Que se me va el apetito, canto. Que me da el bajón ese que no se sabe muy bien por qué y quién cojones lo manda, canto. Que creo que me voy a morir, canto. Lo que tenga que venir, que me pille cantando. Creo, como el señor Pavón, que lo más valioso que tengo es el cante y no es mal patrimonio. Es lo único que no me podrá quitar nunca el banco, y eso me tranquiliza. ¿Para qué querría el BBVA una soleá de la Sarneta o una malagueña de Chacón?

El cante es mi buen amigo.

Igual me mata de pena,

que se emborracha conmigo.