Los medios y los días

¡Cuántas vocaciones ha perdido la Iglesia!

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01 abr 2021 / 04:00 h - Actualizado: 01 abr 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • ¡Cuántas vocaciones ha perdido la Iglesia!

La llamada izquierda española -o de Estepaís- más bien parece ya una congregación de misioneros con vocación frustrada. En Cataluña, Ada Colau hace años que viene dando cobijo al que carece de él aunque se trate de personas ilegales. En Madrid, Pablo Iglesias ha fichado a Serigne Mbayé, un negrito para sus listas -a ver para cuándo ese derecho a voto en todas las elecciones para todo inmigrante, que Iglesias se forra- y Pedro Sánchez está demostrando ser un santo sanador de las ancestrales injusticias y abusos que a lo largo y ancho de la Historia viene sufriendo la mujer, ya hay más mujeres que hombres en el gobierno. A mí aún me parece poco, desearía que todas fueran mujeres, empezando por la presidenta que debería ser Nadia Calviño, estoy deseando comprobar científicamente que, en efecto, la mujer “progresista” anuncia algo nuevo -como decía Gabriel Celaya en referencia al socialismo/comunismo-, y lo lleva además a la práctica pero en plan bolchevique, no en plan socialdemócrata que esos te dicen “cuidado, poco a poco” y se llevan con el poco a poco diez años, por lo menos. El mundo está tan jodido que cada vez queda menos sitio para la paciencia, todos y todas los y las que piden paciencia lo hacen desde el estómago lleno.

Por el contrario, Vox, que en Cataluña tiene de líder a un hombre de piel negra, Ignacio Garriga, no ve con buenos ojos al papa actual, Francisco, ni tampoco a los inmigrantes ilegales en contraste con la izquierda que los recibe humanitariamente, los aloja en hoteles y luego los suelta por esos semáforos de España/Estepaís o los deja que sigan viajando hasta Francia y Alemania que allí ya se apañarán con ellos las otras congregaciones de predicadores católicos y protestantes.

Si la Iglesia se diera más prisa en evolucionar, con esta izquierda tal vez tendría resuelto el problema de las vocaciones porque desde luego no estamos tratando con la izquierda de verdad sino, en contra de lo que creen estos sacerdotes del mundo digital, con el subconsciente colectivo que deviene desde por lo menos los Reyes Católicos pasando por el descubrimiento de América y el nacionalcatolicismo. Pero, claro, como a la Iglesia hasta le cuesta reconocer a la mujer como un ser equivalente al hombre y le aterran las partes bajas, ahí que tenemos a un montón de monjas, curas y frailes en potencia, sentados en Las Cortes, el Senado, o en poltronas y poltronitas varias y cada vez más numerosas. En lugar de a la alcancía pública podrían aspirar a la gloria y a los altares que es más lindo y adecuado al enorme derroche de caridad que profesan.

No hay nada mejor que montárselo bien, las obras de caridad siempre han lucido mucho ante el pueblo: “Dios los bendiga”, te dicen cuando das algo a “los que viven abajo”, que diría Bertolt Brecht. Lo que siempre ha perseguido el poder ha sido la influencia y el voto más que la bendición de Dios porque Dios no vota. A las señoras esas con abrigos de pieles que he visto por ahí toda mi vida sentadas en una mesa y/o con hucha en mano pidiendo para estos menesterosos o aquellos; a la parodia de Berlanga en su película Plácido, con lo de siente un pobre a su mesa, todo eso ha sido sustituido por un enjambre autobautizado progresista que debería llamarse La Hermandad de la Santa Faz porque es sólo un disfraz de santos despistados y oportunistas lo que llevan encima.

Y por supuesto, a esta nueva iglesia laica y gritona cuyo libro sagrado son las redes sociales y el “me han dicho que...”, no le falta su inquisición: todos los que no sigan el nuevo evangelio o que les parezca a ellos que no lo siguen, a la hoguera, la libertad de expresión ahora sólo tiene una pierna, ellos son los que contribuyen maravillosamente a que Estepaís, en efecto, no sea una democracia plena. Su brazo femenino y sus apoyos masculinos se pasan por el arco del triunfo lo que dijo no Voltaire sino una mujer, Evelyn Beatrice Hall: «Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». O también lo que soltó Virginia Wolff: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente. Una mente siempre será libre, no tendrá barreras. ...”.

Uno de los “himnos” del brazo homosexual de esta religión de la que hablo, indica, según Alaska: “A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga”; me parece muy bien, pero si eso mismo se lo aplican otros u otras de diversas congregaciones no salen en la foto y a la hoguera también con ellos. Como lobby de poder religioso con vestido laico, poseen su estructura mediática: Público, El Plural, El Diario.es, TVE, RNE, El País, la SER, La Sexta... Todos los días dicen lo mismo, para estos medios, por regla general, no existen los colores grises y el enemigo nunca lleva la razón, tenemos a Blancanieves y la madrastra, nada más.

Por otra parte, cumplen también una misión propia de la religión: defender al que peca y perdonarlo, son los casos de un supuesto cantante de rap, para el que sí valen las sentencias de Evelyn Beatrice Hall y Virginia Wolff, o de las expresiones tan poco armoniosas de quienes ustedes deseen anotar aquí.

Lo dicho, si la Iglesia hubiera espabilado en los últimos dos siglos ahora no tendría los problemas de vocaciones que tiene. La pregunta es: ¿por qué no lo ha hecho? Pero eso es digno de otro artículo. Y lo que hay enfrente de esta hermandad religiosa de la santa izquierda, la santa derecha, merece otro, por supuesto.