La Tostá

Derecho a criticar y patalear

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
23 mar 2020 / 07:50 h - Actualizado: 23 mar 2020 / 08:02 h.
"Salud pública","La Tostá","Coronavirus"
  • Foto: Efe
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¿Cómo que no se puede criticar al Gobierno por su gestión en la crisis sanitaria del coronavirus, con 1.813 muertes y 29.000 contagiados en estos momentos, las 1.40 de la madrugada? Una cosa es que los partidos, los sindicatos, los empresarios y demás agentes sociales intenten estar todos a una apoyando al Gobierno en unos momentos tan trágicos y delicados, que sería lo ideal, y otra que los ciudadanos no puedan quejarse, con fallecimientos en sus familias, problemas económicos debido a la crisis, un futuro muy negro y el confinamiento, o sea, la falta de libertad, que puede afectar a la salud mental de los ciudadanos, como han adelantado los psicólogos.

Ha ocurrido en todas las crisis, sanitarias o económicas, gobernando la derecha o la izquierda, y no ha pasado nada. O sea, que podemos pensar pero no decir lo que pensamos, ¿es eso? Pues vaya democracia. El escritor español José Luis Sampedro dijo que, “sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada”. Gracias a la libertad de expresión podemos decir que a este gobierno le está viniendo grande la crisis y no nos van a detener por ello, aunque no seamos capaces de quitarlo y poner otro, que sería lo suyo. Por tanto, lo de poder opinar en libertad no deja de ser un desahogo de los ciudadanos de un país en momentos de verdadera desesperación, y este lo es.

¿Qué tiene de malo patalear por todo lo que está pasando? Hacerlo de manera espontánea y no dirigida, como está pasando con las caceroladas, que no son algo espontáneo o improvisado, sino por intereses de partidos, asociaciones de distinto pelaje ideológico o medios de comunicación. Hay una absurda guerra en las redes sociales entre los militantes de todos los partidos, que en esta crisis se están luciendo. Es vergonzoso el acoso a Sánchez por parte de militantes y simpatizantes de partidos de la derecha. Ocurre también al revés, claro. Es algo planificado, una estrategia que suele dar buenos resultados en las elecciones.

Pero con tantas muertes, casi dos mil ya en pocos días, un número de contagiados que empieza a ser un problema para la limitada capacidad de los hospitales, con riesgo de colapso sanitario, y tanta ruina, esto es algo que no tiene nombre. Dejen que los ciudadanos critiquen y pataleen todo lo que les plazca, porque peor sería que reventaran y acabara todo de mala manera. Y los partidos, que trabajen codo con codo sin pensar en los votos. Sí, porque el ciudadano puede llegar a pensar un día de estos que no sirven para nada.