Menú

Derecho a olvidar

Image
12 nov 2022 / 10:34 h - Actualizado: 12 nov 2022 / 10:38 h.
  • Queipo de Llano.
    Queipo de Llano.

Perdonar es una cosa. Y ya perdonamos cuando la inmensa mayoría decidió dar el salto y aprobar una democracia insuficiente, con una Constitución incompleta, con tal de dejar atrás cuarenta años de infausto recuerdo. Para olvidar hace falta algo más: antes de olvidar es necesario ofrecer reparación a las víctimas con ecuanimidad, es necesario permitir que quienes perdieron familiares puedan acercarse a poner flores en su tumba, pero aquí solamente los de una parte están bien localizados, ninguno en una cuneta. Y es hacer lo posible para impedir la vuelta de aquel tiempo, eso sobre todo, lo que supone evitar toda exaltación de quienes tienen crímenes a sus espaldas que no son actos de guerra. Bajo ningún concepto es aceptable la exaltación de la criminalidad, porque quien exalta a un criminal se emparenta a él.

La diferencia, diáfana, está ahí: todos los muertos son dignos de lamentación. Pero quien mata en acto de guerra, de alguna forma mata forzado, no es igual quien mata fuera del acto de guerra. Los cuerpos abandonados en las cunetas, los mismos luego enterrados en fosas comunes, no murieron en acto de guerra. Son simples asesinados. Víctimas de crímenes de guerra, que son algo muy distinto a “actos...”. La reparación no empieza y por tanto no puede empezar el olvido si no es después de ser retirada su exaltación a los responsables últimos de su muerte. Si escuchar las arengas de Queipo de Llano no mueve a conciencia, es que quien así reacciona no la conoce siquiera. El General, que asesinó directamente a todos los cargos de igual rango o superiores a él en las instalaciones de la Gavidia, que luego instigaba abusos sexuales, que ordenaba “matar como a un perro” a quien se opusiera mínimamente al golpe, no puede ser considerado un militar digno. El individuo capaz de valorar a un criminal de guerra como a un militar digno, es tan poco digno como él.

¿Derecho a olvidar? Olvidar no es un derecho. “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. Recuérdese. Quien olvida su pasado, más aun su pasado reciente, corre el riesgo de repetirlo si no es lo que busca. Quien se empeña en forzar el olvido anida en su mente el deseo, incluso la intención de repetir aquello que dice querer olvidar. Una cosa es perdonar, otra muy distinta es olvidar. Por todo ello es tan importante no olvidar. ¿Es posible, es humano, olvidar a los familiares desaparecidos? Quien lo afirme ¿se siente capaz de cumplirlo?

El Gobierno ha hecho lo que debía hacer, una vez más. Pese al acoso de la oposición, la más radical y negativa de toda Europa, pese a la fragilidad de la coalición, Sánchez ha hecho lo que debía, tal vez incluso y poquitín menos, precisa y probablemente a causa de tantos obstáculos como se le han puesto en el camino. Han visto la luz medidas que debían haber impulsado otros gobiernos anteriores, alguno incluso con mayoría absoluta, todos con menos obstáculos que el actual, lo que engrandece su gestión, y sin necesidad de abandonar ningunas otras cuestiones también importantes, que no es necesario desatender ninguna para atender otras, sepan o no sepan, quieran o no quieran verlo los del “meopongoató” aunque sea bueno, porque perjudicar la imagen del ejecutivo es para estos opositores permanentes mucho más importante que el bienestar del pueblo. El gobierno tiene mucho pendiente aún: lo que no ha dado tiempo, lo que han impedido los errores y lo que los del “meopongoató” han imposibilitado. Pero contra eso todavía no han protestado. Protestarán en cuanto hagan intento de resolverlo.

Al tiempo.