Oiga, ¿usted reservó la habitación de sus sueños en el hotel de sus fantasías más ocultas para vivir unos días de ensueño en nuestro hotel spa en Zahara? Si es así, siento joderle la vida –democráticamente, eso sí–, pero hemos recibido una reserva de Presidencia del Gobierno del 8 al 11 de junio y por cuestiones de seguridad tenemos que dejar vacío el hotel esos días. Tendrá que renunciar a sus soñados días de placer o entrar cuando se hayan ido nuestros queridos gobernantes, detalle por el que la premiaríamos generosamente. Antes de que empiece a patalear, le quiero decir que si nos facilita el desalojo para esos días le regalaremos el desayuno, el último disco del Niño de Elche, un relicario con las últimas lágrimas de Pablo Iglesias y el nuevo cedé de chistes de Ángel Gabilondo. Estupendo, sabía que lo iba a entender porque es usted una verdadera patriota. Son tiempos convulsos y todos tenemos que ser condescendientes.
Si la reserva se ha hecho desde Presidencia del Gobierno, es más que probable que el presidente Sánchez haya elegido pasar esos cuatro días en un hotel de cinco estrellas, de Zahara, suponemos que para celebrar algo, la salida de Iglesias de la política o algo así. Si es para eso, es verdad que no pegaría nada elegir una modesta casa rural en la sierra de Huelva, sino un hotel de lujo, como el de Zahara, acorde con el refinado estilo del Gobierno, nada austero. ¿Se imaginan a Carmen Calvo durmiendo en un colchón de borra con gallinas debajo de la cama? ¿O a Irene Montero escuchándole decir a un hortelano “a ver si limpias las conejeras, que habrá parto esta noche?”. ¿O a Ábalos pidiendo que le calienten una olla de agua en un anafe de piedra natural para reblandecer sus uñas aguileñas? A Sánchez se le puede criticar por muchas cosas, pero tiene buen gusto para vivir y eso hay que alabarlo. Tampoco es fácil vivir del bolsillo de los ciudadanos y verlo como algo natural, sin que se te caiga la cara de vergüenza.
Si para sacrificarse unos días por España hay que joderles la vida a los sufridos contribuyentes, tampoco pasa nada. Que un ciudadano tiene que renunciar al sueño de su vida, se hace y punto. La reserva de la Presidencia del Gobierno tiene toda la pinta de ser para que el presidente y su familia pasen cuatro días maravillosos en un hotel de la costa de Cádiz, de cinco estrellas, al que muy pocos españoles podrían ir ni de visita. Siendo esto grave, no lo es menos el hecho de que para que esos cuatro días el manijero del cortijo y su séquito de gorrones estén tranquilos, la dirección haya invitado amablemente a sus clientes a que cambien la fecha o se vayan a otro hotel de la cadena, algunos con la reserva hecha desde antes de la pasada Navidad. ¡Manda narices!