La Tostá

Dolor por el adiós de El Niño Colchón

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
04 jun 2021 / 08:35 h - Actualizado: 04 jun 2021 / 08:36 h.
"La Tostá"
  • Dolor por el adiós de El Niño Colchón

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El mundo del flamenco está consternado por la muerte del cantaor Antonio Roldán Sánchez, Niño Colchón, de El Viso del Alcor, víctima del dichoso virus. Tenía ya la primera dosis de una vacuna, pero el bicho fue a por él y se lo llevó tras una dura pelea. Antonio murió luchando, como hizo siempre, como cantaor y como persona. Llevo más de cuarenta años metido en el mundo del flamenco y jamás he visto a un aficionado como él, con su pasión, entrega y una afición sin fisuras. Su padre fue también un gran aficionado que cantaba y una persona insuperable. La familia Colchón es modélica en todos los sentidos y Antonio era muy querido en el mundo de las peñas flamencas de la provincia de Sevilla. Como cantaor no llegó a ser una figura, pero pocos profesionales del cante tienen sus conocimientos. Un virus asesino se lo ha llevado y nos ha dejado el corazón roto a quienes seguimos su carrera desde que era un joven de veintitantos años. Tuvo su etapa de aprendizaje junto a su padre y su tío Manolo, siendo un adolescente, y luego se forjó en los concursos, las peñas y los festivales modestos. Era de la escuela mairenista y en este pueblo, Mairena del Alcor, lo querían bastante porque no faltaba jamás a su concurso y el festival. Siempre defendió a capa y espada la escuela mairenera y fue muy leal a Antonio Mairena, su primera referencia. Además le gustaban los fandangueros de la Ópera Flamenca, artistas como Cepero, el Sevillano o el Carbonero. Podías hablar de cante con él durante horas y te quedabas maravillado de sus conocimientos. Era autor de letras flamencas, de los buenos, aunque sobre todo fue un cantaor de raza. El cante era para él algo casi religioso, una manera de vivir y de ver la vida. Le dolía que los cantaores se olvidaran del valioso legado de los grandes maestros, porque siempre consideró que el futuro del cante estaba en ese legado. El Viso del Alcor, tierra de cante, acaba de perder a un hombre irrepetible por su pujanza y sinceridad cantaora, y también por su categoría humana. Espero que el Ayuntamiento le ponga algo en el pueblo, una plaza o una calle, para que cada vez que pase algún aficionado por allí sepa que en ese lugar nació y vivió un flamenco de los de verdad. Un Colchón, que no es poco. Un señor en el más amplio sentido de la palabra.