Los medios y los días

Dos preocupaciones sobre el LGTBI+

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12 jul 2022 / 04:00 h - Actualizado: 12 jul 2022 / 04:00 h.
"Homofobia","LGTBI","Feminismo","Machismo","Los medios y los días"
  • Vista de la manifestación del Orgullo 2022 por las calles de Madrid. EFE / Luca Piergiovanni
    Vista de la manifestación del Orgullo 2022 por las calles de Madrid. EFE / Luca Piergiovanni

La primera preocupación que me despierta el movimiento LGTBI+ es que a estas alturas aún tengan que decir aquí estamos, seguimos con problemas de represiones, discriminaciones y odios. La segunda, que, tal y como lo veo ahora, estas personas puedan un día copar el poder de manera absoluta. Sería muy negativo para la libertad de expresión y pensamiento de la mayoría de la sociedad.

He estado recordando mi niñez durante el franquismo, en mi barrio había dos mariquitas muy conocidos. No me cabe duda de que los varones los verían con indiferencia o de forma despectiva, en su interior, porque nunca fui testigo de repulsas y mucho menos de malos tratos por la condición de ambos. Nunca nadie me inculcó el menor desprecio hacia ellos. En especial con las mujeres se llevaban fenomenalmente y a mí me caían muy bien, nunca sentí nada contra ellos por ser homosexuales, nunca, al revés, les tenía cariño y uno hasta me regaló unos discos de esos de pizarra de Concha Piquer, grandes, pero con una sola canción por cada cara, para ser oídos en gramófonos aunque yo los escuchaba en mi picú a 78 revoluciones por minuto. Es verdad que yo mitifico mucho a mi barrio -que ahora está desierto aunque muy habitado- pero es lo que yo viví: mariquitas integrados que no se asustaban de ser como eran, que ya estaban fuera del armario en un contexto social de régimen franquista que sí era durísimo para ellos.

Lo que sí me indignó -sin extrañarme- es que hace pocos cursos, en la universidad, un alumno viniera a mí y en una tutoría me confesara que al sincerarse con sus padres y decirles que era gay y que tenía novio lo habían echado de casa y todo eso estaba influyendo para que su rendimiento en mi asignatura hubiera bajado mucho. No me extrañé porque sabía que estas barbaridades seguían existiendo, me indigné precisamente porque siguieran estando ahí, sin ser superadas. Y ahí siguen.

Si persiste la presencia de intolerancias y rechazos por la condición de alguien -en este caso las personas de distintas orientaciones de género y sexualidad- es lógico que los afectados se organicen y exijan sus derechos. Como me preocupa que se vulneren derechos me preocupa que el movimiento LGTBI+ o el feminista deban existir. Y entonces aparece mi segunda preocupación: el poder que están logrando y el que podrían lograr. ¿Por qué?

Porque se pueden reivindicar derechos y rechazar los discursos de odio sin a su vez sembrar otros discursos de odio y de repulsa. Creo que el feminismo -o un cierto feminismo- y el movimiento LGTBI+ o algunas de sus ramas, persiguen vestir un santo -ellos y ellas- a costa de desvestir a otros: los que no somos ni feministas ni estamos en los movimientos del Orgullo, esa palabra que los medios escriben con mayúscula, sobre todo los que izquierdas, conscientes de que ahí están sus lectores y los votantes de los partidos que los alimentan y por consiguiente hay que escribir usando la adulación hasta donde haga falta.

Cuando leo declaraciones procedentes de personas del movimiento gay o feminista hablando de que existe mucho discurso de odio no sé por qué me da la impresión de que si tuvieran más poder del que ya tienen serían ellos quienes extenderían otros discursos de odios. En realidad, esto existe ya en alguna medida. Sí, existe el discurso del odio y existe el discurso del odio contra el discurso del odio. Eso ocurre en el momento en que se magnifica -hasta extremos que a mí me inquietan y me alarman-, la presencia del machismo y la homofobia -que la hay-, el problema es que se ha generalizado y todos somos machistas y homófobos hasta que no se demuestre lo contrario o ellos, los afectados, estimen lo contrario. El alcalde de Madrid estimula el discurso del odio porque no cuelga la bandera LGTBI en los balcones del ayuntamiento, yo mismo debo escribir estas líneas con cuidado porque pueden estar contribuyendo a acrecentar el discurso del odio. ¡A ver si no se va a poder ya ni hablar ni escribir del tema a menos que sea al dictado, vigilados continuamente por ojos omnipresentes! La ley del péndulo.

A lo único que se puede llegar con esta dinámica es al triunfo de posiciones claras y explícitas precisamente de odios contra los derechos de la mujer y de los homosexuales y su compleja clasificación. Sólo deseo lanzar esta advertencia para que intentemos que todo quede en su justa medida.