El Cónclave Infantil

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03 ene 2021 / 04:00 h - Actualizado: 03 ene 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
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¿Te sonará el término, verdad? el de "Cónclave", me refiero, no tanto su apellido, "infantil". El término "Cónclave" te suele hacer pensar en la elección de un nuevo Papa, pues con él se designa a la Junta de cardenales electores, y como ya sabes, hasta que no lo tienen claro, permanecen encerrados... Pues bien, yo le he añadido al concepto el apellido de "infantil" porque recientemente presencié un hecho que me traía reminiscencias de "Cónclave" pero entendido de otra manera... Su protagonista no era una Junta de cardenales sino un grupo de chavales y en el círculo que habían formado entre ellos desde luego que no trataban de elegir a un nuevo Papa, "quien" estaba en el centro de aquel Cónclave infantil era mi perro...

Para que vaya sobre ruedas... ¡pregunta cuanto puedas!

Sí, Atila sigue actuando... Está claro que mi "cachorro"de Pastor Alemán (ya tiene 2 años y es enoooorme de tamaño, pero creo que él no tiene conciencia de eso) ha empezado el año con ganas, con actitud, haciendo nuevos amigos e invitando a la reflexión desde su perruna inocencia. Os cuento... A Atila no le gustan las ruedas de los patinetes y, en más de una ocasión, nos hemos encontrado, durante nuestro paseo, con un simpático grupo de chicos que van corriendo subidos en ellos, ¿qué hace entonces mi perro? les ladra (creo que no tiene muy claro el concepto del juguete en cuestión). Hace apenas unos días, Alonso y yo nos encontrábamos cerca de una placita donde solemos llevar a Atila, el grupo de niños apareció con sus patinetes a nuestra espalda, mi perro empezó a ladrar... Uno de los chicos, el que iba en cabeza, se paró:

- ¿Qué le pasa? -me preguntó, curioso-.

- Creo que no le gustan las ruedas de los patinetes -respondí-.

- ¡Quillos, paráos! -gritó a sus compañeros, haciéndoles una seña al tiempo que giraba su cabeza hacia atrás-.

Serían unos 7 u 8 niños en total, ninguno tendría más de 10 años. Todos se pararon. Atila dejó de ladrar.

- ¿Puedo tocarlo? - quiso saber el cabecilla con su mano ya prácticamente rozando las orejas de Atila-.

- ¡Claro! a él le gusta, es muy cariñoso -le contesté-. Bueno, nosotros vamos a la placita para que juegue un rato en el césped.

- Vale, os acompañamos, ¡vamos! -gritó aquel líder juvenil haciendo una seña con la mano para indicar que cogieran los patinetes y nos siguieran-.

Sonreí, me hacía mucha gracia ver a aquella "chiquillería sobre ruedas" siguiendo a Atila. Mientras nos encaminábamos a la placita, me dió por pensar que si aquel niño no se hubiera bajado del patinete a preguntar que le pasaba a Atila, probablemente lo recordarían como "el perro que ladra" en lugar de tener un nuevo amigo de cuatro patas. Y es que si quieres que algo vaya sobre ruedas... ¡pregunta cuanto puedas! , ése fue el nuevo slogan mental que empezó a resonar en mi cabeza...

Reunión en la plaza...

Una vez llegamos al gran rectángulo de césped de la placita, los chicos dejaron sus patinetes a un lado, entraron en "el terreno de juego" y soltamos a Atila. Daba gusto verlos correr a todos juntos, unos y otros lo llamaban: "¡Ati, Ati, Atiiiii!" al tiempo que le tiraban su pelota favorita e inventaban nuevos pases en el recién creado "perrútbol"... Hubo un momento en el que estaban más cansados e hicieron un círculo, sentados en el césped, con Atila en medio, tumbado, mordisqueando la pelota. Yo me senté un poco más atrás para contemplar la escena, aunque de vez en cuando se me acercaba algún niño para contarme alguna "anécdota perruna": que si él tenía perro, que cuanto le gustaban los Pastores Alemanes, que qué grande era el mío... y, tras un poco de conversación, retomaban su lugar en aquel improvisado Cónclave Infantil, todos estaban de acuerdo en tres cosas: Atila era muy cariñoso, muy grande y corría mucho... Él seguía tumbado en medio del Cónclave Infantil, ajeno a la elección de sus miembros... Sin duda, había sido elegido mejor amigo del día... Hubo quien llamó a su madre para pedir una prórroga de media hora y así disfrutar un poco más de aquella original reunión... Pero ya casi oscurecía y Alonso y yo nos despedimos de los chicos mientras le poníamos la correa a Atila.

- ¿A qué hora vendréis mañana? -interrogó el cabecilla-.

- Pues probablemente también por la tarde -le contesté-.

- Vale, pues estaremos por aquí, ¡adiós Atila! - esa despedida casi que la entonaron todos a coro, cogieron sus patinetes y se fueron-.

Aquel Cónclave Infantil, sencillamente, me encantó ¡yo también tenía ganas de repetir! Atila estaba, como la sevillana, "cansado pero contento" y el bueno rollo que se había creado era magnífico... El Cónclave Infantil puso de manifiesto tanto la inocencia, la espontaneidad y la alegría de los niños como la nobleza de mi perro. Todos, incluído Atila, habían corrido juntos, habían compartido risas y juegos sin importar diferencias de edad, de tamaño (Atila era más grande que cualquiera de ellos) o el mero hecho de que apenas nos conocíamos, simplemente existía una reciprocidad emocional, la buena actitud y la espontaneidad hicieron el resto... ¡Que me hubiera gustado hacer un vídeo de aquella tarde! se lo hubiera puesto a todas aquellas personas que, por una razón u otra, destilan falta de confianza en los demás... No sólo no corren sino que ni siquiera intentan caminar (cuanto menos comprender) junto a algo que sea diferente a ellas. A partir de ahora, cada vez que sientas que se aproxima esa falta de confianza, ponte las pilas y... ¡reunión en la plaza!

María Graciani

https://mariagraciani.wordpress.com/