Correr no es de cobardes

El coronavirus pone a prueba el deporte

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13 mar 2020 / 13:55 h - Actualizado: 13 mar 2020 / 13:59 h.
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Alguien me preguntaba hace unos días si iba a escribir una columna sobre COVID-19 y la suspensión de carreras de veintiún kilómetros y maratón. Sí, lo hago, porque correr, competir, es una actividad humana que está sujeta a las reglas de la sociedad, al derecho de protección de la salud, y no debemos convertirnos en un peligro público, seríamos como esas esas flechas incendiarias que lanzaban a fortalezas y castillos.

Lo que no era de recibo, es que se cerraran espacios deportivos, mientras se celebraban fiestas en las calles. Hay que poner en duda, en cuarentena, la viabilidad de la Semana Santa sevillana o la Feria de abril, por la misma razón que se cierran recintos deportivos, o se juega a puerta cerrada y sin público, que es la esencia del deporte.

Pero como dicen los hombres y mujeres del mundo de los negocios, las crisis son oportunidades, y el dichoso y malévolo virus, además de demostrar lo vulnerables que somos los humanos, demuestra igualmente que estamos interconectados, como esas hormigas que se tocan con sus antenas y se transmiten mensajes, como las procesionarias que invaden nuestros pinares y jardines.

Pero la crisis va a poner en funcionamiento el conocimiento de entrenadores, de preparadores físicos, de psicólogos y otros científicos del deporte. Las competiciones se aplazan o se suspenden hasta nueva orden; los Juegos Olímpicos de Tokio están a la espera de que el tiempo nos dé un respiro. Cientos de miles de deportistas que deberían clasificarse en los próximos meses, y los que ya están clasificados, van a vivir una situación casi inédita, de incertidumbre, y esto supone un espacio nuevo, una oportunidad, para los que trabajamos en el deporte.

De pronto hay que parar, ese bonito planning en Excel lleno de colores, y que casi nunca se cumple, ya no sirve, hay que reprogramar objetivos para mantener a sus deportistas motivados, con el compromiso suficiente como para que no desfallezcan. Dudas, tristeza, rabia, impotencia están a la vuelta de la esquina. La reprogramación sin saber cuándo, es un desafío para los que trabajamos en deporte. Toca afilar el lápiz.

Los psicólogos deberían preparar documentos informativos para federaciones, entrenadores y deportistas, hacer un listado de señales, de síntomas, que en caso de aparecer, deben ser consultados en un corto periodo de tiempo. Hay que orientar sobre cómo actuar en determinadas situaciones, ante tales y cuáles y reacciones; y en esto, la Federación Española de Remo es una adelantada; ha demostrado una sensibilidad hacia sus deportistas que ayudará a la continuidad, a la salud de los mismos, a ayudarles a comprender sus miedos, reacciones, sus mecanismos de defensa, quizás su impaciencia.

Como hace unos días decía Sidonio Serpa, ex presidente de la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte: la persona, el deportista, es lo primero por encima de las técnicas o de los objetivos.

Ante esta crisis, veamos una oportunidad de ser mejores, de ser más solidarios, más comprensivos, quizás nos dé un tiempo para reflexionar hacia dónde vamos y podamos rectificar, como ese Excel inservible que hay que empezar casi de nuevo.