El diputado número 53 de Vox es Gabriel Rufián

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30 sep 2020 / 14:25 h - Actualizado: 30 sep 2020 / 15:13 h.
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  • Rufián muestra una fotografía del Rey Felipe VI con Franco. / EFE
    Rufián muestra una fotografía del Rey Felipe VI con Franco. / EFE

Gabriel Rufián es como uno de esos toros que sueltan en las plazas de España y que, sin ser bravo, resulta bravucón. Son animales bloqueados por la tensión y el miedo que embisten con miedo y topan sin cesar. Pues Gabriel Rufián es bravucón y, sin saberlo, una máquina de fabricar votantes de Vox. Él se cree muy gracioso y un estadista de gran calidad, pero es una ensoñación. Los toros bravucones también parecen creer en sí mismos como animales fieros.

Alguien dijo que Rajoy era una máquina de fabricar independentistas catalanes. Creo yo que Rufián esculpe votantes de Vox a base de impresoras, de fotografías o de esposas (de las de esposar). Cada vez que monta un numerito en el Congreso de los Diputados, llevando consigo objetos o sin objetos de por medio, los votantes de Vox aumentan en número y, seguramente, en fidelidad.

Gabriel Rufián es un político de brocha gorda. Deja el piso muy blanco aunque no cuida los detalles y el acabado solo luce bien en la distancia. En cuanto uno se acerca a mirar la pared se da cuenta de lo malo que es el pintor. Por decirlo de otro modo, Gabriel Rufián es populista en grado máximo.

Hoy le ha tocado al Rey Felipe VI. Ni corto ni perezoso ha mostrado desde su escaño una fotografía del monarca de hace más de 40 años. El niño saluda a Franco. Y Rufián deduce que el monarca es el diputado número 53 de Vox; un monarca al que votó Franco. Sí, efectivamente, es una idiotez puesto que esa fotografía se explica a sí misma en el contexto que se realizó. Pero Rufián sabe que estas bobadas son muy del gusto de aquellos que ignoran todo aquello más allá del mensaje zafio y grandilocuente. Que todos los españoles votaron a favor de la Constitución es un dato que se le olvida, siempre, al montar estos números.

Si esto es soez y estúpido, mucho peor ha sido ver cómo la presidenta del Congreso se ha inhibido por completo y (‘lo mucho más peor’) cómo desde el Gobierno nadie ha dicho una palabra defendiendo al Rey de España que es el Jefe del Estado. La situación está llegando a un extremo completamente tóxico en el que la Jefatura del Estado se utiliza como arma arrojadiza o como motivo de burla. Y eso es muy peligroso. Las instituciones de un país, por su simbolismo, por su importancia o por su papel en la historia democrática, son de poco tocar salvo que se quiera estropear (de verdad) la cosa.

¿Cuándo dará la cara el presidente del Gobierno por el Rey? ¿Cuándo va a parar los pies a Iglesias y sus socios de investidura? Ya da bastante vergüenza lo que está sucediendo. Están convirtiendo España en un lugar insano y poco saludable.