El engaño consciente

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08 may 2016 / 21:10 h - Actualizado: 08 may 2016 / 21:11 h.
"El Baradero"

Algo no va bien. Por más que trato de poner toda mi razón, mi intelecto, mi conocimiento y mi experiencia profesional y de la vida al servicio de la comprensión política, cada día estoy más confuso. Dice un amigo mío que eso me pasa por pensar y por tratar de encontrar lógica donde no la hay. Que la política se ha vuelto complicada, extraña y mentirosa. Es posible que mi amigo tenga razón. Después de la disolución del Parlamento, la cosa no ha cambiado ni un ápice. Todo sigue igual. Los mismos reproches. Los mismos argumentos. Los mismas contradicciones. Las mismas guerras. Pero lo peor para los ciudadanos es que son «los mismos protagonistas».

Ahora resulta que a todos les ha entrado la preocupación del gasto de la campaña tras la petición real. A buenas horas mangas verdes. Después de meses de incapacidad, sin producir nada para el país, con un Congreso y un Senado costando una millonada, ahora resulta que sus señorías se han vuelto prudentes con el gasto electoral. Ahora nos quieren vender el chocolate del Loro.

Al menos una campaña da puestos de trabajo y hace que las empresas y los trabajadores de las mismas se repartan ese gasto, pero lo que es un derroche son políticos inactivos, incapaces de pactar, y sin legislar durante cuatro meses, cobrando y paralizando el país por esa inactividad... eso sí que es tirar el dinero.

A veces, los gestos en política tienen su efecto, pero no cuando se trata de tomarle el pelo al personal. Aunque en ocasiones parece que no es así, los errores políticos siempre se acaban pagando porque los ciudadanos estamos viviendo un tiempo en el que ya no tenemos un pase. Recurriendo a los viejos refranes, ya no comulgamos con rueda de molino. Aunque pongamos nuestra mejor voluntad en colaborar en tirar de este carro complicado y en tratar de comprender a unos y a otros, sabemos que estamos asistiendo un «engaño consciente». Que cada uno se mire en el espejo de su ideología y verá lo que tiene que tragar cada día incluso de sus propios elegidos. Lo malo es que los actores se creen que nos están haciendo su mejor representación y que están consiguiendo el engaño De nosotros depende que se den cuenta, de una vez por todas, de que ya no es así.