Los medios y los días

El gobierno de España es la depresión

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15 nov 2020 / 04:00 h - Actualizado: 15 nov 2020 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • EFE
    EFE

Detrás de ese ruido mediático y político hay unos ciudadanos en estado depresivo. Ni unos ni otros -medios de comunicación y líderes políticos- están siendo capaces de ejercer como tales: unos como servicios públicos, otros como eso, como líderes que injerten en las mentes pequeños rayos de esperanza en una sociedad enferma por pandemia aunque ya antes estaba enferma de diversos padecimientos psíquicos derivados de un entorno voraz consigo mismo pero, bueno, digamos que no se vivía tan de cerca con la enfermedad biológica y sobre todo con la muerte. Ahora que se habla tanto de igualdad hay que hablar también de desigualdad, de lo importante que es, asimismo, la existencia de jerarquías, de líderes que, reconociendo la realidad, no negándola, vayan más allá de los tópicos esos de todos juntos vamos a vencer.

Porque para afirmar eso hay que colocarle al contribuyente un paisaje mínimamente despejado, un claro en el bosque, un trozo de sol entre tanta niebla. Y eso apenas se está haciendo, la consecuencia es el desvalimiento de la población que, como afirman los psicólogos, es una especie de depresión colectiva que tiene lugar cuando la gente, agobiada por la borrasca, anhela unos rayos de luz que no ve por ninguna parte. Ahora observamos la tontería que encierra esa filosofía ingenua del “tú puedes”, “hazte a ti mismo”. Claro que el humano puede y puede hacerse a sí mismo, pero si cuenta también con un ambiente adecuado a su alrededor y para tener ese ambiente vota a sus representantes y acude a los medios de comunicación.

Pero, ¿qué encuentra cuando acude a sus referentes? Los medios de comunicación han convertido a la pandemia en un megasuceso, con sus muertos, sus heridos, sus culpables y sus inocentes. La prensa empezó a ser aceptada por las masas a finales del siglo XIX gracias a los sucesos. Las grandes agencias de comunicación mundiales que primero, también desde el siglo XIX, ofrecían noticias para una élite, noticias de economía, diplomacia, geopolítica, empresa, etc., se dieron cuenta de que cuando lanzaban informaciones de sucesos los medios las publicaban y las ventas subían, esto es una constante en la historia y en España ahí tienen, entre otros, los casos Alcasser y Marta del Castillo. La Covid-19 permitía a los medios explotar el suceso de los sucesos, la información se ha convertido en una Pancovid 19 narrada como una película de suspense y a veces de terror. Los medios, acuciados por sus crisis, han creído ver en el virus al salvador de sus desdichas y los listos se han lanzado a la producción de noticias falsas.

¿Qué cuerpo común, normal, por fuerte que sea, guanta eso durante meses? Números y números de muertos. Pero en esta ocasión se ha producido un fenómeno lógico. Los sucesos llamémosles normales, cotidianos, por lo general los siente la gente lejos y los sigue con morbo. El Covid no, el Covid está ahí, cerca, afectando al familiar, al vecino, llevándose a la tumba a seres cercanos y muy cercanos. Entonces la gente empieza a hartarse de esa información macabra y huye de los medios para no deprimirse más de lo que ya lo está, hasta los terapeutas recomiendan que se vea como mucho una hora de noticias, unas noticias que dividen al periodismo el dos facciones vergonzosas: los que culpan al gobierno hasta de haber inventado los terremotos y los que intentan aplicarle vaselina e incienso. Es un reflejo de las dos Españas, el periodismo se ha convertido en propaganda política de agitación, con lo cual ha dejado de ser periodismo, para conocer con más rigor lo que sucede uno debe consultar cinco o diez medios diferentes con el fin de huir del tufo de agitación y propaganda que lanzan unos y otros. Lo de menos es el periodismo.

Al mismo tiempo, los políticos se dividen y subdividen. En tiempos de turbulencias llevan a cabo todo tipo de mudanzas, no hay unidad de acción en una especie animal racional amenazada, al revés, el gobierno quiere hacerse el macho cuando no es m más que una cría aprendiendo a mamar y miente en lugar de colocarse al lado del dolor de la gente y mostrarle un camino claro de salida en unión con el resto de las fuerzas políticas. Por su parte, la oposición, véanla: el PP y Vox están a la gresca y Ciudadanos va a su bola, como nada tienen que aportar porque primero tendrán que barrer su casa, no hacen más que hablar de espantajos: ETA, separatismo, caos, destrucción de España, destrucción de las costumbres, destrucción de la moral, de la libertad...

Luego animan a salir a los ciudadanos a la calle. Pero si estamos deprimidos, si hay desvalimiento general, si han dejado ustedes en la soledad y sin salidas a la ciudadanía que ya no confía plenamente ni en vacunas ni en nadie, si no puede ni siquiera arrimarse al familiar ni al vecino con una ilusión en el fondo de su alma. En esta sociedad anónima, donde estamos maravillosamente solos e incomunicados gracias a tanta comunicación, hacen falta voces líderes que construyan y no destruyan, son voces tan sublimes que no es fácil encontrarlas porque las hay pero como el mundo rebosa crueldad y desigualdad y nuestro país se ha llenado de mediocridad ahora estamos pagando el precio que se ha incrementado mucho con la invasión de la pandemia.