Menú

El Humanómetro

Image
27 oct 2019 / 07:39 h - Actualizado: 27 oct 2019 / 07:39 h.
  • El Humanómetro

¡Qué maravilloso instrumento sería! ¿no crees? una especie de "medidor" del nivel de humanidad de las personas o de los lugares. Estos días, con el frío, los resfriados, los primeros usos del termómetro... Me dió por pensar en esto, ¡claro que es necesario tomarse la temperatura corporal cuando hay síntomas de fiebre! para poder actuar a tiempo y que no vaya a más; del mismo modo, también existe la necesidad de tomarnos la "temperatura humana" para asegurarnos de que todo va bien, de que seguimos siendo nosotros, esto es, PERSONAS, porque una persona sin humanidad acaba consumiéndose con rápidez porque ha perdido su propia esencia... Y, claramente, el que no es PERSONA termina convertido en un cadáver de permiso, no sin previo aviso, porque si detectas a tiempo los síntomas y actúas en consecuencia al ver lo que humanómetro indica, tus posibilidades se multiplican.

El patio de las preocupaciones

¿Recuerdas la popular canción infantil "el patio de mi casa es particular"? Muchas veces pienso que, al hacernos adultos, cambiamos la letra y en lugar de "particular" entonamos "el patio de mi casa es de las preocupaciones" porque pareciera, en más ocasiones de las que nos gustaría, que en lugar de focalizarnos en las flores de nuestras ilusiones, visiones y esperanzas... dejamos que se incline la balanza al lado del estrés porque nos perdemos a diario entre los hierbajos de las preocupaciones y al no cortar las malas hierbas de raíz... Difícil alcanzar la ansiada meta del ser feliz...

Los lugares son las personas

Últimamente pienso mucho en esto de los patios desde que, hace unas semanas, tuve la oportunidad de visitar Córdoba cuando iba a dar una charla a mis amigas de FEPC (Foro de Empresarias y Profesionales de Córdoba). Normalmente, los viajes de trabajo tiene la fama de ser "viajes relámpago" donde lo que sueles conocer con mayor profundidad es el Palacio de Congresos que corresponda. Siempre que el tiempo me lo permite, procuro que esto no sea así y me alegra decir que, más de una vez, lo consigo (ya que viajas, que no lo haga sólo tu cuerpo sino también tus emociones, tu pensamiento, tu mente... para eso es básico interesarse por los lugares y por conocer a la gente). Volviendo a mi experiencia cordobesa, tras el networking de empresarias, pude disfrutar de la belleza, el encanto y la historia de los emblemáticos patios cordobeses gracias a la generosidad de mi amiga Isa, quien dedicó buena parte de su mañana a mostrarme los secretos de los patios cordobeses (¡muchas gracias Isa!).

Isa me comentó que su patio recibía la friolera de... ¡unas 2.000 visitas al día! "¡así me explico que seas tan sociable!" -le comenté- y, riéndose, me contestó que a ella le encantaba, que estaba en su carácter y que (aquí viene lo bueno), los patios eran las personas... Aquello me recordó a algo que me decía siempre mi madre: "hija mía, los lugares son las personas" ¡cuánta razón! ahí es donde se ve el humanómetro en acción... Ya te puedes encontrar en un banco del parque comiendo pipas, visitando los patios cordobeses o en un restaurante chic degustando un delicioso solomillo que la calidad de la experiencia la va a determinar el brillo de tus ojos, provocado inequívocamente por la persona con quien compartes el momento (porque ni el solomillo, ni el patio, ni las pipas, ni el parquen te pueden contar una historia, ni darte un abrazo, ni hacerte reír ni llorar -por muy ricos o malos que estén-).

De repente, pasamos por delante de una original escultura: era una escalera apoyada en una pared repleta de macetas con flores. En ella resaltaba la figura de un niño girada hacia la de un abuelo con los manos alzadas para pasarle una nueva maceta. Isa me comentó que era una escultura en homenaje a los cuidadores de los patios pero que, en realidad, simbolizaba mucho más... El paso de testigo de una generación a otra, la esperanza y las expectativas puestas en la continuidad de una historia que cautiva... Se volvía a poner de manifiesto que los lugares eran las personas.

Hoy hace frío, aunque la temperatura que realmente importa es la interna, la personal, la humana...

María Graciani