La vida del revés

El Joker que llevamos dentro

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10 feb 2020 / 09:57 h - Actualizado: 10 feb 2020 / 10:12 h.
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  • Joaquin Phoenix en un momento de «Joker». / El Correo
    Joaquin Phoenix en un momento de «Joker». / El Correo

Nadie se ha sorprendido.

Joaquin Phoenix ha conseguido su Oscar al mejor actor por su papel en «Joker» de Todd Phillips. No hay nadie en este mundo que discuta el premio porque es una de las mejores interpretaciones de la historia del cine.

¿Por qué gusta tanto este Joker de Phoenix?

Lógicamente, está muy bien dirigido. Y muy bien fotografiado. Cada encuadre busca lo oscuro, lo deprimente, la mezcla de colores que pudiendo ser brillantes están apagados y llaman a la tristeza. El personaje evoluciona, busca salidas, intenta ser lo que tiene que ser y, así, se hace verosímil.

Pero, sobre todo, gusta porque todos somos un poco este Joker tan peligroso, tan hundido en los infiernos. Y es que en el mundo actual es difícil no estar mal de la cabeza, en un mundo como el actual es difícil no sufrir con la desigualdad tan brutal entre pobres y ricos, entre débiles y fuertes, entre buenos y malos. Todos somos un poco este Joker patético, peligroso y enternecedor, porque sabemos que la solución a una sociedad injusta planteada desde el poder del dinero es una revolución y que esas revoluciones nunca fueron una broma. Entendemos al Joker porque nuestra parte más oscura existe. Nos guste o no nos guste existe y es tan dolorosa como vergonzante.

Personalmente, dicho todo lo anterior, no empatizo con este personaje. Me asusta que alguien pudiera llegar a esos extremos. De hecho, me asusta saber que algunos han llegado hasta esas fronteras que separan lo humano de lo animal y han pasado al otro lado sin grandes problemas. Me puede el miedo y trato de no imaginar qué es eso que ocurre y dónde puede llegar un ser humano.

No empatizo aunque me parece la mejor interpretación de lo que llevamos de siglo. Llevo un Joker en la punta de los dedos aunque lo escondo, lo intento pulverizar... sin éxito. Siempre está. No empatizo y siento temor por los millones de Joker que creamos cada año. Y por esas fronteras que nunca sabemos dónde se encuentran.