Los medios y los días

El negocio del miedo

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21 abr 2021 / 04:11 h - Actualizado: 20 abr 2021 / 20:19 h.
"Los medios y los días"
  • El negocio del miedo

El miedo siempre ha sido un buen negocio. Crematístico e ideológico. En lo crematístico, existe hasta un canal de TV que emite las 24 horas del día películas a las que llama de terror: Dark. La mayoría que veo no es que sean malas, son horrorosas, en efecto, son terroríficamente malas, debo quitarlas no porque den miedo sino porque producen risa y no siempre tiene uno ganas de reírse, simplemente de distraerse y con esa risa dan ganas de llorar. Los argumentos son machacones. Sujeto o familia que acude a una nueva casa y allí está el típico fantasma de alguien que no murió a gusto y quiere morir en paz, pero para eso, en lugar de manifestarse o convocar una rueda de prensa anunciando su propósito para que se le re-mate, se le entierre de nuevo y fin, se pasa toda la película dando sustos, que no es lo mismo el terror que el susto y el sobresalto, si eso es una película de terror todos podemos hacer una.

Hay dos colectivos que jamás convocan una rueda de prensa: los fantasmas y los alienígenas. Ellos, que deberían convocarlas con garantías absolutas de éxito -en lugar de hacerlo tanto político para no decir nada-, prefieren estar ahí generando terror para que unos terrícolas ganen dinero y no sé si les pasarán comisiones o lo hacen solidariamente, que ahora se lleva mucho la solidaridad, otro fantasma extraterrestre.

Ayer recibí en mi móvil una nueva chorrada de canción con corazoncitos y autopromoción de cantantes y cantantas para que nos animemos: esta vez se trataba de reivindicar la felicidad a costa de Beethoven y el último movimiento de su novena sinfonía -el llamado Himno a la Alegría- con aquella letra enternecedora de Miguel Ríos en la que dice que los hombres volverán a ser hermanos pero no nos recuerda cuándo narices hemos sido hermanos los hombres. Bueno, sí, Caín y Abel y miren cómo terminaron, o unos cuantos a los que les cae una herencia y acaban peleados, la fraternidad de ayer es el odio de hoy. Toda la mierda sale a flote por el mardito parné. De terror del de verdad.

Si no es el fantasma insatisfecho el que protagoniza las películas de Dark TV, es el grupito de pijos que agarran el coche de papá y se van a la cabaña que papá y mamá tienen en el bosque, creyendo que van a echar una canita al aire. Pero, oh, allí está el asesino que los va destripando uno a uno, si acaso queda la chica guapa, toda ensangrentada, el resto es convertido en papilla y la pantalla del televisor se llena de tomate por todas partes.

Desde el punto de vista ideológico, el Coviod-19 está contribuyendo no sólo a que los medios ganen dinero sino a que aumente un efecto que el poder genera en la gente utilizando el miedo: la hibernación. En mi tesis doctoral (1994) llamé efecto de hibernación a la duda que los mensajes imprimen en el alma humana. ¿Quiere usted que el receptor permanezca quieto ante una noticia que merece una movida ciudadana general? Aporte múltiples visiones y datos, los medios, cuando les interesa, son subjetivamente objetivos, ejercen la hiperinformación para que surja la duda. Y la duda paraliza. El miedo también.

La pandemia es la causa de más síntomas y males cada vez y, ojo, que nunca se va a terminar y si termina o disminuye volverán con fuerza otras enfermedades como la meningitis. Hoy estornudas y te hacen un PCR, toses y un PCR, te dejas caer una ventosidad y otro PCR. ¿Qué se gana con todo esto? Dinero y miedo ya que, si leen bien las informaciones, en su mayoría son solamente especulaciones, no hay certeza de nada. Pues claro que volverán enfermedades y nacerán otras y llegarán nuevas pandemias, así ha sido siempre y así seguirá siendo por un siglo o dos, al menos. Una cosa es predicar la prudencia y otra generar continuamente alarma social, a ver si van a tener razón esos negacionistas defensores de una conspiración para generar miedo con el fin de dejar al humano hecho una piltrafa mental para después montar un gobierno mundial que, por supuesto, acabará también en una dinámica de terror porque, al tiempo que sigue sembrando terror en la sociedad, él mismo se peleará consigo mismo. Estamos hablando de humanos, no de chuminadas imaginarias con sonrisas, música y corazoncitos, eso es lo que el humano inventa para no mirarse al espejo.