Viéndolas venir

El nuevo papa no satisface a la nueva derecha

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Álvaro Romero @aromerobernal1
02 may 2020 / 15:37 h - Actualizado: 02 may 2020 / 15:39 h.
"Viéndolas venir"
  • El nuevo papa no satisface a la nueva derecha

Tal vez convendría comenzar este artículo aclarando que ni el papa es tan nuevo ni la derecha a la que nos referimos tampoco, sino que ambos, en representación sincrónica de las instituciones a las que representan, son viejos como el hilo negro. Dicho esto, a Vox no le gusta el papa, a quien llama “ciudadano”, porque cuando se depuran el humanismo cristiano, la complicidad de clase y hasta la mínima reflexión política en el arco de las posibilidades civilizatorias, no queda siquiera ideología. Queda otra cosa.

El presidente de esa formación que ha adelantado por la derecha a la derecha de toda la vida se ha mostrado indignado por la propuesta del Pontífice de un salario universal, algo que los de Podemos aplauden con palmas sordas, lentas y confinadas porque llevan tiempo proponiéndolo pero tampoco quieren hacerle la ola a la Iglesia, que es una institución que lleva dos milenios predicando eso mismo aunque no lo haya demostrado con sus obras, al menos con la acción más visible de sus renovadas cúpulas. Lo de siempre: enséñame tu fe sin obras, que yo con mis obras te demostraré mi fe. Por eso decía que tampoco el papa es tan nuevo, por lo menos su discurso -que parte de la multiplicación de los panes y los peces-, que es el del cristianismo comunitario y primitivo que incluso gentes tan incompatibles en el arco ideológico se han empeñado en confundir con comunismo. En fin, que la cosa es difícil.

Sin embargo, en el discurso de Vox hay errores de bulto sobre los que uno no se resiste a advertir. En primer lugar, que exista el ciudadano Bergoglio, como han llamado a Su Santidad. Ese antiguo ciudadano argentino desapareció de la esfera pública cuando fue nombrado papa -nos guste o no, da igual- porque cuando Francisco habla, habla la Iglesia, le guste a Vox o no le guste, da igual. En segundo lugar, la opinión del papa no les puede parecer “tan respetable como la de cualquier otro ciudadano”, por la sencilla razón de que no todas las opiniones de los ciudadanos son respetables. Hay algunas de los ciudadanos que votan a Vox, por ejemplo, que no lo son. Otra cosa son las personas, voten lo que voten. Las personas sí son todas respetables, pero no sus opiniones, que las hay muy respetables, discutibles, no respetables o directamente despreciables. Por eso existe el raciocinio y la argumentación, aunque tantos teóricos profesionales de esto –y ahora hablo en general-, es decir, los políticos, lleven tanto tiempo empeñados en convencernos de lo contrario: que todo vale. Y así nos va. Y en tercer y último lugar, yendo al fondo del asunto, aunque a muchos nos choque esa propuesta de la renta básica universal, tal vez porque nos asusta la posibilidad de una sociedad acomodada a la paguita, la realidad es que países poco sospechosos de experimentos comunistas como los escandinavos, Holanda, Canadá y Escocia han probado ya a argumentarlo todo probándolo.

De modo que ahora que tenemos la posibilidad histórica de aprender después de todo lo que está pasando a nivel global, a todos nos convendría empaparnos de humildad, que no consiste sino en escuchar al otro, no para preparar nuestra respuesta, sino para dilucidar si hay algo de cierto o aprovechable una vez que hayamos comprendido. Y la derecha de este país –o las derechas, en plural- es la primera interesada, ahora que también vislumbra posibilidades.