Elogio de

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29 jun 2018 / 19:44 h - Actualizado: 29 jun 2018 / 22:43 h.
"Pareja de escoltas"

Los altares y las capillas también gozan de su propio veraneo. Las dolorosas aligeran sus vestiduras mientras las visitas de los fieles y devotos comienzan a espaciarse en espera de ese trajín renovado que llegará con la derrota de agosto y la promesa incierta de un curso nuevo. Posiblemente sea uno de los mejores momentos para acercarse a la intimidad de las rejas para contarle a las imágenes –a Todo lo que representan– lo que nos dio y nos quitó la vida en esos meses que quedaron atrás. Los umbrales de esos pequeños y mimados recintos conocen bien las alegrías y las penas de los que rinden sus victorias y derrotas ante esas imágenes que trascienden de su mero significado religioso. Los ojos del Señor y la Virgen, sea cual sea su advocación, ya fueron el espejo de los que no están. Rezar ante Ellos es hacerlo de la mano de los que un día les rezaron, volver a tomar sus manos. Decía una cofrade imprescindible que cuando te vistes de nazareno te acompañan en la fila todos los que un día nos precedieron. Es lo mismo... En verano quedan lejos los ecos de las cornetas que sonaron y las que sonarán en el año que vendrá pero la soledad de las capillas invita a esa visita intimista. Fuera estará el sol arrasador; dentro, ese frescor conventual que invita al recogimiento, la oración y el diálogo interior evocando a San Pedro en la Transfiguración de Jesús: «Señór, qué bien se está aquí...».~