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Cuaresma 2023

Encarnación

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11 mar 2023 / 10:06 h - Actualizado: 11 mar 2023 / 10:07 h.
"Cuaresma 2023"
  • Encarnación

“He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Estas palabras sencillas pero profundas, pronunciadas por María, la Madre de Dios, resuenan aún hoy en nuestros corazones como un eco de su entrega total al plan divino. El Sí de María hace posible el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Su aceptación libre y valiente de la voluntad de Dios es lo que permitió que el Verbo se hiciera carne y habitara entre nosotros. A partir de ese momento, la vida de María adquirió un nuevo sentido y una nueva forma, y su Sí se convierte en el motor que impulsa cada instante de su existencia.

El Sí de María es una muestra de su humildad y su entrega total al plan divino. Pero también una muestra de entereza y carácter, porque asumió una gran responsabilidad sin temblarle el pulso. Ella sabía que era una simple esclava del Señor, y que su única tarea era servirlo con todo su ser. Pero también era consciente de la fuerza y la gracia divina que Dios le concedía para llevar a cabo su misión.

Hay en la mirada de mi Virgen de la Encarnación un espejo de tristeza profunda y oscura, como solo puede ser la que produce el dolor irreparable de la inminencia de la muerte de un hijo. Contenido el suspiro, la garganta seca, los labios temblorosos y húmedos del llanto, las manos extendidas como buscando la última caricia. Pero hay también en esa mirada baja fuerza, mucha fuerza. En ese ceño fruncido se asoma un atisbo de la rabia que produce la impotencia de no poder detener la mano de Pilato al presentar a su Hijo como condenado ante el pueblo. Una rabia sorda, atrapada en su frente, por no poder desclavar a su Hijo y limpiar con su llanto la Sangre crucificada.

Este martes santo volveré a buscar tu mirada, Madre. Volveré a perderme en esos ojos casi cerrados por el llanto. Volveré a buscarte entre flores y candelería, para poder pedirte, un año más, que me des la fortaleza que tanto necesito. Pero sobre todo para agradecerte que no sueltes de la mano a esos dos nazarenos que van delante de ti, a los que cada martes santo el corazón se les vuelve sangre morada.