Esto no vale

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07 mar 2018 / 23:09 h - Actualizado: 08 mar 2018 / 17:45 h.
"Cofradías"

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Y vayan las líneas de hoy por esos hermanos que llegaron a la Cofradía por el segundo camino. A ti, querido hermano, que el destino te dejó conocer primero la Semana Santa , para poder optar luego libremente por una u otra cofradía... tal vez por varias. En esencia la hermandad es un grupo humano siempre vivo. Un grupo humano que practica una misma religión y tiene un peculiar modo de asociarse... que vive una tradición a través de unas Imágenes que simbolizan continuamente la Pasión Redentora de Cristo. Seguramente encontraste al Señor en una calle siendo también niño, aunque nadie te llevara vestido de nazareno hasta la Cofradía. Seguramente te topaste con sus ojos, con su belleza, con su empaque... y la reconociste de inmediato como tu Madre del Cielo. Aún no tenías edad para exigir túnica y papeleta de sitio, pero ya eras cautivo de Ella. A ti hermano que llegaste en la adolescencia o la juventud, de la mano de otros hermanos que sí tenían vínculos desde la infancia. A ti hermano que llegaste con la ilusión del costal para quedarte para siempre. A ti hermano de Castilla que lo encontraste en el balcón de un hotel por pura casualidad. A ti hermana de Italia que sentiste como si la Esperanza te golpease y llamase directamente desde su camarín. A ti hermano de Israel, que ni siquiera has formalizado aún los papeles, pero que, después de pasarte la vida mostrando a los demás los lugares santos de Jerusalén, viniste y quedaste atrapado por la dulce ternura del Señor de la Sentencia...

Son tantos y tantos los modos de llegar... La pertenencia a la hermandad es un hecho nunca casual. Aunque no hayan intervenido tus padres desde tu cuna. Hay un hilo de gracia divina que nos entreteje a todos en un proyecto común. Y no hay mayor conciencia de esto que la del hermano que recoge una solicitud y se busca unos padrinos para poder jurar ante el Altar de los que serán sus Titulares. Ese es mi caso.

Reflexiona hermano sobre tu tesoro, que no es otro que el de pertenecer a la hermandad que tanto quieres por pleno convencimiento. El de sentirte integrado ante Ellos con la satisfacción interna de saber que nadie eligió por ti. Y que lo que pueda faltarte de tradición o antigüedad de número lo suples con tu amor intenso y puro, aun a sabiendas que nunca llegarás a donde tal vez llegaron ya los hermanos de cuna. Pero tú sabes que fueron el mismo Señor y la Santísima Virgen los que te invitaron, tocando tu corazón, para que formaras parte de tu Cofradía.