La vida del revés

Hacerse viejo en la playa

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04 ago 2022 / 06:55 h - Actualizado: 04 ago 2022 / 10:00 h.
"La vida del revés"
  • Hacerse viejo en la playa

Miro los grupos de jóvenes. Juegan entre ellos a tirarse arena, a reír por todo, a gustarse, a parecer lo que son. Sencillamente lo que son. Juegan a eso que más tarde - ni siquiera son capaces de imaginarlo- será sólo parte de su recuerdo porque lo adornarán con lo que no fue aunque se deseó, la edad querida que pasó corriendo para dejar una pequeña mancha de amargura por su ausencia perpetua.

Todos juegan. Otros muchos ya jugaron. Y miles esperan su turno. Siempre igual. Siempre. Tan sólo cambian las formas, los modos. Eso es algo que sabemos los que tuvimos nuestra oportunidad, los que vimos escapar el tiempo en dirección a los que ahora corren alegres -nuestro pasado adorna cada una de sus zancadas-, hacia los que evitan pensar en nada que no sea un amor fugaz o sumar instantes de verdadera camaradería.

Miro y recuerdo. La falta de dinero que no suponía grandes problemas; ese punto irresponsable constructor de momentos maravillosos que invitaban a una muerte que nunca llegaba a tiempo; parar lejos de los adultos que no entendían nada y a los que no había forma de comprender; las primeras copas y los primeros cigarros que parecían convertirnos en actores de cine o en ese escritor en el que te convertirías con toda seguridad. Unos ratos jugando a ser mayor y otros a la pelota. Nada importaba. Comer en casa. Cenar en casa. Rápido para seguir con lo mismo, con esa sensación de ser inmortal y único.

Miro a mis hijos. Se han hecho mayores. Miro a otros padres. Todos mayores. El futuro justo. La sonrisa desaparecida, el gesto apático, la mirada perdida pensando en algo que sólo sabe pensar alguien que dejó atrás la juventud. Fuman resignados porque ese no será el último cigarro, ni les convertirá en nada que no sean ya. Seguramente, piensan en esa cerveza que se tomarán tranquilamente cuando todos duerman. Tal vez piensen en que ellos también corretearon jugando a lo imposible, sin pensar que el mundo es lo que es y hay que rendirle cuentas antes o después. Como lo hago yo.

Miro y me gusta. Recordar cómo fui. Y cómo soy.