Hambre, histeria y chulería en Supervivientes

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16 jun 2021 / 15:40 h - Actualizado: 16 jun 2021 / 15:54 h.
"Opinión","Televisión"
  • Rocío Flores, este martes en ‘Tierra de nadie’. / Imagen de Telecinco
    Rocío Flores, este martes en ‘Tierra de nadie’. / Imagen de Telecinco

Recuerdo la primera edición de Supervivientes. No sé si se llamaba así en aquellos tiempos. Hablo de algo que ocurrió hace más de veinte años. Los participantes eran desconocidos y el presentador, si no me falla la memoria, era Juanma López Iturriaga. El recuerdo que me queda es de un programa precioso (se desarrolló en algún lugar de Panamá, creo) en el que los concursantes guardaban las formas y demostraban cómo era posible enfrentarse a condiciones adversas sin perder las formas. Hubo problemas, claro que los hubo, pero todo era más civilizado que lo que vemos ahora. Esa primera edición fue evolucionando hasta dar entrada a los famosos o conocidos en redes sociales y platós de televisión. Y todo se convirtió en lo que es, en una vergüenza para el género humano.

No suelo ver este programa más de veinte minutos seguidos. Generalmente, mi aguante no llega a cinco minutos. Peleas, rencores, venganzas, estrategias que pasan por destrozar a otro, gritos descontrolados en la isla y en el plató, malas formas... Además, es absolutamente repugnante que, cuando los participantes tienen acceso a la comida como forma de recompensa, se muestre cómo durante un tiempo determinado hacen verdaderas guarradas para comer todo lo posible. Me sobra ver cómo pasan calamidades sin sentido alguno. No me aporta nada estar frente al televisor asistiendo a un espectáculo irrelevante, prescindible y propio de animales.

Mientras, en los platós los que defienden a unos y a otros y los que dan su opinión (destrozando la sintaxis básica) van haciendo caja sin pausa. Si gritan e insultan mucho, ganan mucho. Los que son educados y piden la palabra y respetan los turnos y no levantan la voz ni amenazan con demandar, son eliminados con rapidez.

La televisión se ha convertido (al menos algunos canales generalistas que descubrieron que hablar de las miserias humanas era un chollo) en una máquina de destrozar vidas. Es incomprensible comprobar que algunos colaboradores de algunos programas siguen trabajando gracias a una maldad sin límites que les lleva a criticar y a sacar trapos sucios de otros sin ningún filtro.

Prefiero pensar en aquellos primeros programas llenos de aventura, de afán de superación, de valores esenciales como la amistad, la colaboración o el esfuerzo. Prefiero pensar que estos programas actuales son el reflejo del ansia que provoca el dinero y que se trata de reunir a un grupo de personas completamente confundidas por la fama o la popularidad. Prefiero pensar que tenemos un futuro y que estas cosas son anécdotas que pasarán y no dejarán huella alguna.