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Los medios y los días

La calle es mía, dijo Fraga

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07 dic 2020 / 04:53 h - Actualizado: 06 dic 2020 / 19:56 h.
"Los medios y los días"
  • La calle es mía, dijo Fraga

Con las grandes aglomeraciones en las calles de estos días y las protestas y disgustos de unos y otros por el miedo al contagio y a la tercera ola, me he acordado de don Manuel Fraga Iribarne, ese hombre ministro de Franco que supo desmarcarse a tiempo del caudillo sin lograrlo del todo como se ve en estos tiempos que tanto lo recuerda la izquierda. Pero la verdad es que era un tipo que brilló con luz propia y que eso de ser embajador de España en Londres le iba a servir mucho para comprender que debía entenderse con Carrillo con la finalidad de que fuera posible la democracia en España.

A Fraga se le atribuye una frase lanzada supuestamente en 1976 cuando era ministro de la gobernación en el gobierno de Arias Navarro y la subversión comunista no paraba de dar la tabarra en la calle: “La calle es mía”, dicen que exclamó Fraga en una charla telefónica con el entonces dirigente comunista Ramón Tamames. El PCE no había sido legalizado aún. Abc defiende que Fraga nunca dijo tal frase y que procede de una información literaria de la revista Triunfo que era la revista de la progresía de entonces, yo me la bebía semana a semana de arriba abajo, junto con otra revista, La Calle, dirigida por César Alonso de los Ríos. Tanto Tamames como De los Ríos se nos hicieron después de derechas.

El caso es que la frasecita ya está en los anales del periodismo de la transición y se refiere a un Fraga que te advertía que como salieras a la calle sin permiso te mandaba a los guardias. Quién mejor estos días de rebujinas contaminantes que Fraga para que cada cual o caminara a dos metros del otro o se fuera a su casa y se dejara de luces y consumos. Aquí se necesita orden y concierto, leche, que viene la tercera ola, no tengo más remedio que sacar algo de cachondeo de mis adentros porque es que si no me va a dar una alferecía con tanta desgracia un día sí y el otro también. Lo de que viene una ola me trae otros recuerdos: la canción de Manolo Díaz Vino una ola, y cómo la imitaban el guapo y el feo de los Hermanos Calatrava. O la copla Como una ola, de la mujer que en 1974 nos preconizó que llegaba poco a poco la era del destape con aquel escote en TVE por el que se le veía el ombligo mientras cantaba Soy de España. Ole.

Me pregunto si lo de las olas les preocupa a los que les preocupa porque nos ponemos malitos y nos morimos o porque no tienen camas ni hospitales para atendernos y/o que nos muramos en paz, sobre todo los viejos porque a este paso van a ser los abuelos los que, ahorrándole a Estepaís que les larguemos una pensión, mitiguen el déficit público y contribuyan a la devolución a la UE del dinero que nos va a prestar,.

La pandemia la arreglaba Fraga en un santiamén con la inestimable colaboración de esos exmilitares fusileros levantados en voces y cartas, se está dando un enorme ruido de teclas, que no de sables, si es que las cartas las escriben a ordenador. ¿A cuántos millones hay que fusilar? ¡A 26 millones! ¡Más de la mitad de la población! ¿Están ellos mismos en la lista? ¿A quiénes van a dejar con vida? ¿A los inmigrantes y a los votantes de orden? Si así fuera, los votantes de orden matarían a los inmigrantes ¿Matarán a Pablo, a Pedro y a las feministas radicales? No, por favor, qué país tan aburrido nos quedaría. ¿Fusilarán a todos los viandantes navideños que no hay forma de que se queden en sus casas o que se distancien? Entre Fraga y los fusileros tendríamos con toda seguridad una noche de paz tan prolongada que las luces navideñas lo único que iban a iluminar serían cadáveres. Eso sí, España quedaría podada de la mala hierba.