La cobardía de unos pocos

Varios encapuchados asaltaron la peña sevillista A 1.000 km de Nervión y agredieron sin piedad a mayores y niños mientras celebraban su aniversario

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31 ene 2017 / 12:12 h - Actualizado: 31 ene 2017 / 12:12 h.
"Deportes","El Descuento"
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La noche del pasado sábado quedará marcada para la historia de los sevillistas en Barcelona como un día trágico. Y eso que en la peña A 1000 km de Nervión, lo único que pretendían era festejar su décimo aniversario en paz. En su casa, entre sevillistas de buena fe y sin molestar a nadie. No pudo ser. Un puñado de cobardes encapuchados y armados con palos y otros objetos, portados con la única intención de hacer daño, irrumpieron en la sede de este colectivo para arremeter sin ton ni son con todo lo que encontraban a su paso. Como animales y bajo el anonimato de un pasamontañas agredieron a todos los presentes, destrozando su sede y provocando multitud de desperfectos y heridos.

Minutos antes de que aparecieran estos cobardes, un grupo de niños pasaba al interior de la peña. Había terminado una conferencia sobre la historia de la entidad, que impartió Carlos Romero a los allí presentes. Miembros de la federación de peñas de la entidad de Nervión con su presidente Carlos Jiménez a la cabeza y otros tantos aficionados allí desplazados tuvieron que sentir el terror de estos delincuentes. No había motivo alguno para sufrir un ataque como este. De hecho, dudo que haya algo que pueda justificar tal atrocidad.

Lo dijo Pepe Castro a los medios desplazados a la ciudad condal: «Hay que poner pie en pared, alguien tiene que parar esto». Y tanto que hay que erradicar a estos sin vergüenzas, no sólo de nuestro fútbol, también de nuestra sociedad. Pues allí, en la peña sevillista de Barcelona, ni se jugaba partido alguno ni se estaba molestando a nadie. Los Mossos d’Esquadra investigan el caso y ya tienen indicios de quiénes protagonizaron el ataque. En los días previos a los incidentes, pintadas en la fachada del lugar así como las amenazas de un grupo radical ubicado en la zona han servido a la policía para tirar del hilo. Los culpables serán identificados en breve y el peso de la ley caerá sobre ellos.

Desde el Sevilla y la federación de peñas se tiene constancia de la presencia de este colectivo, así como la reivindicación de pertenencia a un grupo ultra que decía ser simpatizante del Real Betis. Permítanme que lo dude, a buen seguro no habrá un bético en esta ciudad que se sienta identificado con ninguno de estos 15 agresores. Los que así se comportan demuestran no ser de nada. Utilizan unos colores como escudo para delinquir a sus anchas. Pues esta vez se han equivocado y bien, la broma les va a costar un buen disgusto.

Da igual de qué equipo sean. Estos animales no animan ni sienten nada más que odio. Cobardes sin piedad amparados en la manada y sin dar la cara. Aficionado al fútbol es aquel que paga su abono, se sienta en una grada, sufre y padece los sinsabores de la derrota de su equipo y vive el éxtasis más intenso cuando gana. Y a cara descubierta. Ese es el único que merece el respeto y el título de aficionado, el resto son sólo eso, delincuentes imbuidos en un sinfín de complejos que alivian pegando en grupo. A esos, mi pena y compasión. Debe ser muy triste andar siempre escondido.