La encrucijada de la esperanza

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16 may 2020 / 18:14 h - Actualizado: 16 may 2020 / 23:14 h.
  • La encrucijada de la esperanza

Al atardecer, cuando la luz de día se entremezcla con el brillo de una luna que está en creciente, aparece un resplandor que hace que nuestra vista pueda disfrutar de un hilo de esperanza en donde la claridad del día pueda seguir estando presente.

Al caer la tarde la mayoría de las personas buscamos la tranquilidad de la jornada vivida, y aspiramos a poder disfrutar de la armonía interior que muchas veces falta en el afán que la rutina nos proporciona. Sin embargo, para número de habitantes este espacio de tiempo es el inicio de una vida llena de incertidumbres y de dificultades.

Poder vivir se convierte, a veces, en una encrucijada. Es la tensión que se produce entre el sol que se esconde y la luna que aparece, y entre quienes tienen tranquilidad y los que sufren los efectos de la dureza de un espacio oscuro, nunca cubierto por el resplandor de la esperanza. Pero siempre queda un hilo que nos lleve a una nueva situación, se trata de la confianza.

Estamos, no solo en España, sino en el mundo entero en una encrucijada cuyos rayos de luz no tienen el acostumbrado resplandor. Vivimos en la disyuntiva de poder vislumbrar el punto que nos ayude a superar la tensión de optar entre la claridad y la oscuridad. Queremos tener esperanza; pero ésta no termina de aparecer y, lo peor es que puede estar empezando a ganar el miedo frente a la confianza.

La Esperanza tiene que surgir de la confianza; pero sesenta días conviviendo con la presencia institucional de un virus al que no podemos controlar al cien por cien, está mermando la vida, nuestra vida. Se está produciendo un dolor que para superarlo necesitaremos tiempo; pero no poco, precisamos de un espacio para que nos podamos reponer y orientar. Estamos en una encrucijada en la que no hallamos respuestas coherentes y con sentido. Todo nuestro planteamiento de vida se ha visto afectado y encontrar el rayo de luz más adecuado no será fácil.

Cada ser humano tenemos un rol, normalmente asociado a nuestra propia trayectoria de vida; pero éste también se ha visto afectado.

Siendo conscientes de todo lo anterior tenemos la obligación de buscar el punto más adecuado para que el traspaso de la luz entre el sol y la luna pueda dar lugar a la esperanza. La encrucijada tiene que ser superada por la confianza.

Podemos pensar y, hasta creer, que los responsables políticos sabrán posicionarse en el punto exacto para que la encrucijada no les arrastre al desastre; pero no creo que proceda tener mucha confianza en los mismos, hasta la fecha no han demostrado tener mucha cintura política para buscar consensos y caminos conjuntos; desgraciadamente pesa más la ideología que la búsqueda del encuentro.

La experiencia de disfrutar del encuentro entre el sol y la luna no es un tiempo que los políticos quieran aceptar. Les mueve las prisas y su propia visión, aunque ésta esté sin un aliento de esperanza. Su comportamiento, salvando excepciones, tiene un nivel muy bajo y poco adecuado para los tiempos que nos está tocando vivir.

Los ciudadanos que sí nos sentimos tocados por la encrucijada de querer acariciar una luz que brille en nuestras vidas, sabremos elegir en las próximas elecciones a quienes hayan sembrado esperanza; en definitiva a los que han generado confianza.

Poder contemplar con armonía y sosiego el cruce entre el sol y la luna se puede hacer si nuestro día a día se ampara en la libertad de poder elegir. Sin libertad no es posible que el mundo pueda salir de la encrucijada al que se está viendo sometido por el covid19.

Por esta razón nos toca a las personas no aceptar ningún parámetro o decisión política que anule nuestra capacidad de poder elegir. La encrucijada que hoy nos podemos encontrar es que los políticos decidan exclusivamente por los ciudadanos; pero no debemos olvidar que ellos simplemente nos representan, no para tomar decisiones por nosotros, sino para servirnos desde unos parámetros democráticos y constitucionales. Un servicio que debería buscar la excelencia y no las tensiones políticas que pueden afectar seriamente a nuestro sistema democrático.

Estar en la encrucijada o sufrir la falta de confianza no pueden ser nuestros puntos de apoyo para salir de la crisis que ya ha generado la pandemia con la que convivimos. Nuestra vocación tiene que estar sostenida en la capacidad de saber percibir la luz entre el sol que se pierde entre los brazos de la luna, y cómo ésta surge con claridad por la entrega generosa que el sol da a la noche.

Tenemos en estos momentos una perspectiva complicada; pero nuestra capacidad de descubrir la luz intensa del día y serena de la noche nos invita a tener confianza en nosotros mismos para superar las barreras que pueden ocultar la esperanza.

Desde la libertad que tenemos para poder superar la encrucijada nos debemos exigir el no dejarnos arrastrar por los discursos fáciles que muchos políticos intentarán expandir a través de sus altavoces y seguidores; mensajes que lo único que pretenden es que seamos sujetos pasivos de sus políticas. Vivimos momentos cruciales para que la libertad siga siendo el mejor punto de ayuda para salir airosos de la crisis económica que se está produciendo, y por extensión de una pérdida existencial de lo que somos como personas.

La encrucijada nos ubica entre la esperanza y la confianza como luz de nuestras vidas, y la desorientación adentrándonos en la oscuridad y, por ende, en la pérdida de la dignidad. Aparece la tensión entre una economía comunista o una economía liberal, entre una economía de carácter estatal o una economía creativa y responsable potenciada por emprendedores que buscan generar riqueza desde el empeño personal, siempre en aras de una sociedad del bienestar basada en reglas y principios democráticos. En el libro de Paul Collier, el futuro del capitalismo podemos encontrar el siguiente texto "el bienestar depende de la dignidad y de la determinación, no solo de cuánto puedes permitirte consumir. La estrategia de complementar trabajos mal pagados con subsidios públicos no puede sustituir la creación de puestos de trabajo que requieran habilidades que un trabajador esté orgulloso de dominar. De modo que el objetivo son los empleos productivos, no los suplementos públicos a las ganancias por trabajos improductivos"

La encrucijada no puede ser optar por una sociedad que vive del subsidio permanente porque esta vía se agotará sin remedio cuando la capacidad productiva y creativa no de más de sí; este camino es el de la oscuridad.

Hay que aferrarse a la esperanza y a la fortaleza personal y colectiva de la confianza; para que esto sea posible, cada persona es la que tiene que superar la encrucijada bien optando por la libertad o bien aceptando, como mal menor, la dependencia permanente del subsidio. Las sociedades que sepan dilucidar que la luz permanente y suave se da entre la generosidad del sol y el empuje de la luna podrán brindar a sus habitantes un futuro con esperanza y confianza.

Para que todo pueda solucionarse hay que saber descubrir los detalles que la vida te ofrece y esto solo es posible si no te dejas cegar o por una luz muy fuerte o porque te has adentrado en la oscuridad. Tan solo saldremos adelante si sabemos trabajar a través de un liderazgo compartido lo cual supone no dejarse arrastrar por las siguientes encrucijadas: tener un talante pesimista, potenciar una creencia fatalista, ser individualista, fomentar el poso del resentimiento, implantar la actitud cautelosa, generar el fingimiento como un arte y por último aspirar a ser un eterno conformista. Esto lo explica de forma excelente Juan Carlos Cubeiro en su libro el bosque del líder, en concreto en el capítulo que lleva como título con los pies en la tierra: invierno en León. Sitúen Vds., estimados lectores, a nuestros políticos ante estas encrucijadas y se percatarán de su talante ante las consecuencias derivadas del coronavirus.

Qué el atardecer que estamos viviendo resplandezca a través de la luz que se genera y se cruza entre el sol y la luna.